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miércoles, 18 de marzo de 2015

Críticas: Pasolini

6/10
Pasolini (Francia-Italia-Bélgica, 2014)
Dirección: Abel Ferrara.
Intérpretes: Willem Dafoe, Ninetto Davoli, Riccardo Scamarcio, Valerio Mastandrea, Adriana Asti, Maria de Medeiros.
Guión: Abel Ferrara, Maurizio Braucci. 
Fotografía: Stefano Falivene.
Montaje: Fabio Nunziata.
Idiomas: Inglés, italiano, francés.
Duración: 86 minutos. 


Pier Paolo según Ferrara

Por Miguel Montañés

En contra de lo que todo el mundo parecía esperar, la nueva obra de Abel Ferrara se presenta con una mesura que no suele acompañar a las producciones del director neoyorquino. Alejado de las conspiranoias fraguadas al calor de la muerte-en-extrañas-circunstancias de Pasolini -y que demasiada gente había dado por hecho que iban a explotarse en la cinta-, Ferrara ofrece una visión íntima y cortés de las últimas horas del genio nacido en Bolonia

Pier Paolo Pasolini se encuentra inmerso en el proceso de distribución de Saló o los 120 días de Sodoma (1975), el que a la postre terminaría siendo su legado definitivo. Pasa unos días en casa de su madre. Habla con la prensa. Se reencuentra con algunos amigos. Juega al fútbol. Come espaguetis. Redacta el libreto de su siguiente trabajo. Se lo enseña a los actores que quiere que participen en él. Un epílogo no tan inconsciente. Como le sugiere a modo de titular a un periodista que acaba de entrevistarle, “todos estamos en peligro.” Él más que nadie. Y lo sabe. Por izquierdista. Por homosexual. Por provocador. A mediados de los 70, Italia todavía estaba lejos de librarse del espectro del fascismo. 
Ferrara reproduce el capítulo final de la vida de Pasolini con una frialdad y una apatía que no ayudan al desarrollo dramático, pero que juegan a favor del conjunto de la historia. Porque la pasión del escritor y cineasta no fue tal. No hubo un largo y doloroso peregrinaje a ningún Gólgota.  La jornada previa a su asesinato fue tranquila. Un día normal en la vida de Pierruti, el apelativo cariñoso con el que le llamaba su madre. Nada hacía sospechar un desenlace semejante. Un desenlace que en realidad podía haber ocurrido en cualquier momento. Al día siguiente Pasolini fue encontrado muerto en la playa como un árabe aleatorio salido de la novela de algún escritor existencialista francés. A partir de aquí, que cada cual busque a los responsables, pero hay bastantes indicios de que, como sugiere Abel Ferrara, fueran precisamente el tipo de personajes que tanto amaba —literalmente— y que poblaban sus filmes los que terminaran —también literalmente— con él. A pesar de las oníricas y pasolinianias recreaciones que inserta Ferrara en el relato a partir de los textos inacabados de su predecesor, Pasolini, la película, acusa cierta insuficiencia, cierta prudencia, cierta contención. Y eso, cuando hablamos de Pasolini, el hombre, resulta de todo punto improcedente. 



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