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sábado, 21 de febrero de 2015

Crítricas: Red Army

8/10
Red Army (Estados Unidos-Rusia, 2014).
Dirección y guión: Gabe Polsky.
Documental con Vyacheslav Fetisov, Alexei Kasatonov, Ken Kurtis, Felix Nechepore, Vladimir Pozner.
Música original: Christophe Beck, Leo Birenberg.
FotografíaSvetlana Cvetko, Peter Zeitlinger.
MontajeEli B. Despres, Kurt Engfehr.
Idiomas: Inglés, ruso.
Duración: 76 minutos.


Confesiones sobre hielo

Por Alberto Gallardo


Ya está en los cines españoles uno de los documentales más comentados de la temporada. Se trata de Red Army del director estadounidense de ascendencia soviética Gabe Polsky, apadrinado en el que es su segundo largometraje por el célebre cineasta Werner Herzog. Polsky, que dirigió en 2012 el drama indie The Motel Life, se pasa a la no ficción para acercarnos la historia del equipo de hockey CSKA Moscú, apodado 'Ejército Rojo'.

Obviamente, más allá del drama deportivo, el filme de Polsky nos sumerge en el convulso contexto histórico en el que tiene lugar el auge del legendario equipo, el del Telón de Acero y La Guerra Fría. En concreto, el cineasta traza un perspicaz paralelismo entre el sistema de juego del potente conjunto ruso y el régimen comunista de la antigua URSS. Lo hace además con un dinámico uso del montaje para ordenar con ritmo un jugoso material que saca a relucir interesantes documentos de archivo y jugosas declaraciones de los protagonistas del relato.

En concreto, el elemento vertebrador del documental es la figura de Viacheslav Fetisov, exjugador y principal figura del 'Ejército Rojo', que cuenta aquí los entresijos de sus vivencias desde su incorporación al legendario equipo, sus participaciones decisivas en la selección soviética y la simbólica derrota en las Olimpiadas invernales de 1980 frente a los Estados Unidos. Fetisov, que acabaría siendo ministro de deportes ruso bajo el mandato de Putin la pasada década, describe la presión a la que estaba sometido el equipo, convertido en un elemento indispensable de la propaganda del régimen.

A medida que escuchamos a Fetisov, el documental va desvelando sus auténticas intenciones, que trascienden la anécdota deportiva o el enésimo reflejo de las miserias de la antigua URSS. La película es una emocionante historia de superación, además de un acertado retrato de la entrega de unos individuos a una idea de trascendencia, una especie de búsqueda de la tierra prometida a través del triunfo, que se entendía como una cuestión de orgullo patriótico, mucho más allá de un mero juego sobre hielo. 

Red Army tiene una buena historia, una duración ajustada, sentido del ritmo y una habilidad narrativa que logra enganchar incluso a los que a priori no sentimos fascinación alguna por el deporte al que hace referencia. La universalidad de su historia de sacrificio y sueños rotos la convierte en una propuesta muy recomendable para los que busquen en las obras de no ficción algo más que un afán meramente divulgativo o una serie de bustos parlantes vomitando toneladas de información, obstáculos que convierten a menudo el documental en un género que hace huir a muchos espectadores y que el filme de Polsky sortea con gran habilidad.


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