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lunes, 21 de abril de 2014

Atlántida Film Fest: Prince Avalanche

8/10
Prince Avalanche (Estados Unidos, 2013).
Dirección: David Gordon Green.
Intérpretes: Paul Rudd, Emile Hirsch, Lance LeGault, Joyce Payne, Gina Grande.
Guión: David Gordon Green, sobre la película Á annan veg escrita por Hafsteinn Gunnar Sigurðsson.
Música original: Explosions in the Sky, David Wingo.
Fotografia: Tim Orr.
Montaje: Colin Patton.
Idioma: Inglés.
Duración: 94 minutos.


La vida, ese paréntesis

Por Antonio Cabello

Tan inclasificable como su director, Prince Avalanche es el ejemplo perfecto de que un paréntesis, si se trabaja, puede erigirse en una obra polimorfa, capaz de mutar a su antojo. Ahora bien, el trabajo que logra David Gordon Green es sumamente difícil (e inesperado), aunque el cineasta adapta el filme islandés Either Way (2011) hasta las últimas consecuencias, consciente de que semejante película apenas tendrá carrera comercial.

El director que ha cosechado el premio por su trabajo en el Festival de Berlín, también ha firmado obras tan dispares como Superfumados (2008) o Snow Angels (2007), coqueteando en ésta última con el telefilme de baja calidad. No obstante, la carrera de Gordon Green presenta similitudes con Prince Avalanche, sobre todo por su énfasis en los dúos protagonistas y en el agreste entorno forestal, pero también por la aparición del existencialismo; características que podemos apreciar en esta historia protagonizada por unos jóvenes cuñados (Paul Rudd y Emile Hirsch) que trabajan pintando las líneas de una carretera forestal, aunque también veremos a un camionero borracho y a una mujer consumida. Profundamente solitario, el bosque aledaño también se recupera de un incendio que devastó árboles y casas, e incluso provocó la desaparición de cuatro personas.
El filme comienza de forma análoga a una línea continua, que posteriormente, deja paso a un paréntesis discontinuo, intermitente e irregular. “Prince Avalanche” abarca ese paréntesis estudiando detenidamente a sus personajes, e invitándonos a reír y a llorar en medio de un paraje triste y ridículo (y humano). Sirva de ejemplo la teatralización, que hace Paul Rudd, de una escena cotidiana que se revela como patética al espectador. La película se instala entre la certeza y la duda; dilema imposible que nos remite a la urgente necesidad de cambiar, de mutar, de vivir. En cierto modo, los cuatro personajes transitan desolados, golpeados por la realidad, sea cual sea. En consecuencia, unos beben y otros se enamoran, pero al final deben de trazar el principio de una línea continua; es decir, levantar desde los cimientos sus respectivos futuros.

No sólo sobresale la dirección y el reparto de la película, sencillamente, Prince Avalanche no alcanzaría tal profundidad sin la soberbia banda sonora de Explosions in the Sky y David Wingo, este último compositor habitual de Jeff Nichols, que guarda no pocas similitudes con esta pequeña joya.

Para resumir, la nueva película de Gordon Green es un milagro, un soplo de aire y, a fin de cuentas, un paréntesis entre tanta obra masticada. No es perfecta, tampoco lo pretende.


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