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sábado, 19 de abril de 2014

Atlántida Film Fest: At Berkeley

8/10
At Berkeley (Estados Unidos, 2013).
Dirección y montaje: Frederick Wiseman.
Fotografía: John Davey.
Idioma: Inglés.
Duración: 244 minutos.




Bueno, bonito y... ¿barato?

Por David Sancho

Berkeley es la única universidad estadounidense que está entre la élite y además es pública. Pero la actual coyuntura socioeconómica, que a casi todo afecta, la pone en serio peligro. Wiseman introduce su cámara en la vida universitaria y nos muestra su día a día dentro de este contexto poco favorable sin hacer uso voz en off o entrevistas.

Vemos como sus profesores imparten clase, de las cuales parece que debemos quedarnos con el espíritu crítico e innovador de esta universidad. Profesores que pretenden que sus alumnos tengan pensamiento crítico, que sean capaces de pensar por sí mismos y, como dicen ellos, “out of the box”.

Las reuniones a las que asiste el Presidente de la Universidad, Robert J. Birgeneau, con los distintos órganos directivos son especialmente gráficas y nos permiten hacernos una idea de las dificultades económicas por las que pasa la Universidad, el motivo de dichas estrecheces, principalmente por falta de apoyo público, y, finalmente, el debate interno acerca de por donde se debería recortar el presupuesto.

Mantener el nivel de excelencia o seguir permitiendo que los estudiantes con rentas más bajas sigan obteniendo ayudas que les permitan cursar allí sus estudios, ese es el debate al que Wiseman concede mayor protagonismo. Pero también hay otros de gran importancia como de qué manera se deben manejar las protestas estudiantiles o en qué casos se deberían igualar las ofertas económicas que reciba su cuerpo docente de otras empresas o universidades.

En las cuatro horas que dura el documental conseguimos sumergirnos en Berkeley, admirar a sus investigadores, desear que nuestros profesores hubiesen sido como los que allí enseñan, admirar su política de admisiones y talante progresista, etc. Pero al final también hay cabida para la otra cara de la moneda.

Como suele suceder no es oro todo lo que reluce y los estudiantes, profesorado y demás empleados de la universidad parecen tener mucho de lo que quejarse. En la parte final de la película se nos muestra esa eterna lucha entre los que toman las decisiones y los que las padecen. Wiseman no toma partido y simplemente da la palabra a ambos bandos. Los manifestantes creen que los dirigentes universitarios son elitistas y antidemocráticos mientras que el Presidente les considera desorganizados, minoritarios e ignorantes en lo que a la realidad de la universidad se refiere. Nada que no hayamos visto ya a otros niveles.

Uno se queda con la sensación de que Berkeley es un lugar apasionante por el que merece la pena luchar, la forma de hacerlo ya depende de la carga ideológica de cada espectador, aunque la película también parece dejar entrever que las posibilidades de que su espíritu se mantenga intacto en el mundo en el que vivimos son más bien escasas.


Por lo menos siempre tendremos este vasto y apasionante documental para mostrarnos lo que se ha perdido o lo que se ha conseguido conservar. El futuro dirá.


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