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martes, 24 de septiembre de 2013

San Sebastián 2013: Sección Oficial. Día 4

Llegamos al ecuador del Festival. En su cuarto día la sección oficial nos trajo otra producción española. Y también de bastante calidad. David Trueba da en la diana con Vivir es fácil con los ojos cerrados. Desde Austría nos llega un film mucho más frío, que cuenta la historia de una actriz insatisfecha que vuelve al hotel que su hermana y su padre tienen en los Alpes. 


Por Manuel Barrero Iglesias

Oktober November (Götz Spielmann. Austria, 2013)

Película sobre reencuentros familiares propiciados por un suceso grave (la delicada situación de salud del patriarca). El director recurre al viejo relato de hijo (hija, en este caso) pródigo que vuelve tras conseguir el éxito como actriz y andar bastante tiempo desconectada de la familia. El choque con una hermana que se quedó atrapada junto al padre es inevitable. Envidias, celos y rencores se dan cita en un entorno bucólico, marco idóneo para la purga interior que necesita Sonja.

Filmado con mucha corrección este trabajo no ofrece nada nuevo dentro de la temática. No faltan los secretos de gravedad, las frustraciones ni, por supuesto, las reconciliaciones. Sí encontramos una decisión más arriesgada en los últimos veinte minutos. Es loable tratar de retratar con la mayor fidelidad posible la muerte de alguien por una enfermedad, pero la ejecución deja bastante que desear, provocando un efecto algo ridículo (cuando debería ser todo lo contrario, algo muy solemne). Mucho más incisivo es el autor en el retrato de las entrañas del cine, ironizando sobre la vacuidad que rodea a todo este mundo.


Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba. España, 2013)

Años 60 en España. David Trueba sitúa su quinto largometraje de ficción en los años previos a su propio nacimiento. Un país que empieza a tomar aire tras los grises años que siguieron a la dictadura. En el film se respira ese aire que mezcla el cambio con las tradiciones. Hay alegría -al menos, ganas de ser feliz-, pero también hay aún una fuerte influencia del régimen franquista. Un ambiente muy bien retratado por el director, quien nos lleva a este viaje para acompañar a un maestro que quiere conocer a John Lennon, un adolescente escapado de casa, y una joven embarazada.

La película hace de su falta de pretensiones su mejor virtud, convirtiéndose en un encantador viaje al pasado. Es cierto que tiene algún momento de costumbrismo bastante gastado, pero en general, consigue inyectar altas dosis de ingenio a la comedia. Contribuyen a la fluidez del film un elenco en estado de gracia, con especial atención a un Javier Cámara antológico. Sin duda, uno de los mejores intérpretes del actual cine español. 

El director consigue una película entreñable y emotiva. Y muy divertida. Un ejercicio de nostalgia entendida desde la luz, dejando las sombras en un segundo plano. Vivir es fácil con los ojos cerrados nos contagia con su espíritu festivo, el de un maestro de escuela fan de The Beatles empeñado en charlar con John Lennon. Alguien capaz de cambiar el mundo; no con grandes palabras, pero sí con pequeños actos. Y es que Influir sobre el entorno más próximo puede ser la única manera (y la mejor) de hacer que las cosas mejoren.




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