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jueves, 25 de abril de 2013

Noche de vino y copas

5/10
Superclásico (Dinamarca, 2011).
Dirección: Ole Christian Madsen.
Intérpretes: Anders W. Berthelsen, Paprika Steen, Jamie Morton, Sebastián Estevanez, Adriana Mascialino, Dafne Schilling, Miguel Dedovich.
Guión: Ole Christian Madsen, Anders Frithiof August.
Música original: Jonas Struck.
Fotografía: Jørgen Johansson.
Edición: Søren Ebbe.
Idiomas: Danés, español, inglés.
Duración: 99 minutos.


Superclásico

Noche de vino y copas es, sin más miramientos, el superclásico que anuncia su título original y que ya anticipa su tráiler: lo que ves es lo que hay. Un relato sin complicaciones, a pesar de los ruidosos enredos que llenan casi constantemente el cuadro, abarrotado de “pastillas de cliché”, (parafraseando al propio protagonista) sobre una cálida argentina latina para daneses racionales con ganas de emociones.

Algo en su presentación, visualmente atractiva, bien medida e insinuantemente cómica hace vislumbrar un cierto olor de narración personal, a pesar de que ya se auto-etiquetaba con un tópico: “exótica” (exóticamente estereotipada, añado). Pero toda esa sutileza inteligente, apenas apreciable en ciertas fugas con nombre propio y, por qué no, una relativa tendencia a relato-Amelie, se disipan en un lío de tramas paradójicamente a medio camino entre lo ya de sobra conocido y lo totalmente inverosímil, rozando a veces muy de cerca lo grotesco incluso.

Tango, sexo, fútbol, vino, amor y desamor se revuelven tan previsible como poco acertadamente en esta coctelera argentino-danesa en la que un marido abandonado y, al parecer, con poco interés (Anders W. Berthelsen), se propone reconquistar a la mujer que le dejó 11 meses atrás (Paprika Steen) solo con su hijo (Jamie Morton) y su vacío existencial a cambio del éxito, el calor, la pasión y la atención de la superestrella del fútbol argentino (Sebastián Estevanez). Una criada con edad y aspecto claramente desfasados descoloca el guión (y al espectador, todo sea dicho), junto con el resto de secundarios, torpemente dispuestos a lo largo del relato como vehículos que conducen al protagonista a sus propias reflexiones sobre la vida y las relaciones, con conclusiones, al menos eso sí, mucho más europeas y genuinas.

Esta producción danesa intenta, aunque bastante en vano, abordar satíricamente la superclásica fuga de la rutina del matrimonio hacia emocionantes aventuras exóticas en un intento de enmascarar con la juventud, el calor y el desenfreno ajenos la propia falta de motivación. Sin embargo la sátira cede ante la caricatura insulsa en una comedia más que convencional para nuestro sentir latino.

Sara Martínez Ruiz



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