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domingo, 21 de abril de 2013

Tierra prometida


7/10
Promised Land (USA-Emiratos Árabes Unidos, 2012)
Dirección: Gus Van Sant.
Intérpretes: Matt Damon, John Krasinski, Lucas Black, Frances McDormand, Rosemarie DeWitt.
Guión: John Krasinski, Matt Damon, basado en una historia de Dave Eggers.
Música original: Danny Elfman.
Fotografía: Linus Sandgren.
Montaje: Billy Rich.
Idioma: Inglés.
Duración: 106 minutos.



Cómo salir del pozo

La vida de los pocos habitantes de un pueblo cualquiera de la América profunda va a cambiar cuando el talentoso representante de una compañía de gas natural les lleva de la gran ciudad la oferta que les hará salir del pozo. El negocio rutinario solventable con las técnicas habituales que tan buenos resultados le han dado al auto-convencido Steve Butler (un Matt Damon convertido también en guionista y productor) desemboca en cuestión de pocas horas en el cruce de caminos que le llevará a cuestionarse su propio sentido de la marcha.

En medio de kilómetros y kilómetros de campos verdes y granjas de peculiares caballos, Sue Thomason (Frances McDormand) copilota en esta ocasión el coche de la cinta del director de Gerry, o más bien se aferra, con estilo propio, al volante de la máquina todoterreno de la energía. El contrapunto, por supuesto, un ecologista exacerbado y capaz de descontrolar las estrategias empresariales más sofisticadas.
Las víctimas, como siempre, viene a decir Van Sant, la población en bloque en liza por hallar la cara buena de la tortilla que gira de uno u otro lado en función del cristal con la que la examinen. Un debate que muestra ligeramente sus cartas en la partida entre energía y sostenibilidad, tradición o decadencia; pero que francamente queda cojo tras la insinuación que, al fin y al cabo, únicamente reabre el debate sobre el fracking (técnica para obtener gas natural o petróleo del subsuelo por medio de una inyección de agua junto con arena y productos químicos).

De estructura geométrica y simetría perfecta, armónicamente cíclica y cuidadosamente pensada, el film aporta más con sus estratégicos detalles escénicos que con una historia correcta, aunque no especialmente ingeniosa. Más allá de momentos de notoria lucidez vansantiana de reminiscencias al esponjoso transcurrir del tiempo de Elephant (2003) o de claro guiño a la frontalidad desnuda con la que aborda a su pareja protagonista en Gerry (2002); Tierra Prometida queda lejos de la profundidad de los personajes complejos, erráticos y en constante devenir de las anteriores citadas.
Un trabajo técnico, eso sí, artísticamente muy concienzudo de las dos laderas de la misma montaña: una húmeda y oscura, la otra soleada pero seca. Luz y sombra, sombra y luz en frágil rotación y sutil cambio de bando. Una peripecia concéntrica que flirtea con esa delgada línea en torno a la que Van Sant tiene más claro dónde poner los acentos jugando con el cómo que con el qué.


Sara Martínez Ruiz




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