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viernes, 26 de abril de 2013

El ejercicio del poder


7/10
L'exercice de l'État (Francia-Bélgica, 2011).
Dirección y guión: Pierre Schoeller.
Intérpretes: Olivier Gourmet, Michel Blanc, Zabou Breitman, Laurent Stocker, Sylvain Deblé.
Música original: Philippe Schoeller.
Fotografía: Julien Hirsch.
Montaje: Laurence Briaud.
Idiomas: Francés.
Duración: 115 minutos.




Esclavos del poder


En Lincoln, Steven Spielberg tejió un minucioso relato sobre los entresijos de la política. Los trapicheos subterráneos centran un discurso que no ha perdido ni un ápice de actualidad. Hasta los propósitos más elevados deben enfangarse en el lodo para llegar a buen puerto. Se agradecen mucho este tipo de obras que desentrañan con precisión la maraña gubernamental.

El problema de muchos de estos biopics es el exceso de vida personal, recurso muy socorrido ante la necesidad de humanizar a la figura retratada. El ejercicio del poder sortea con habilidad el tópico, quizás gracias a no basarse en un personaje real. Pierre Schöeller construye su discurso con total libertad. Claro que humaniza a su protagonista, pero siempre lo hace dentro de su actividad profesional. Los pequeños momentos fuera de ese entorno están tan bien dosificados que complementan el relato perfectamente.

El autor no cae en la trampa del insulto fácil al ministro. En estos tiempos complicados existe la tendencia de equiparar la figura del político con la del ladrón corrupto. Pero Bertrand encarna a aquel que realmente quiere hacer las cosas bien, aunque se ve superado por las circunstancias. El eterno problema de los dirigentes que son fagocitados por un sistema monstruoso.
Un personaje escrito con mucha lucidez, y que cobra una dimensión enorme gracias al excepcional trabajo de Olivier Gourmet. El actor sigue demostrando ser uno de los más asombrosos de la actualidad, haciendo crecer a su Bertrand desde un trabajo lleno de matices. Muy bien escoltado por unos secundarios excelentes, todo el elenco nos atrapa para llevarnos a este fascinante mundo de las altas esferas.

El contrapunto de sencillez lo pone ese chófer con el que el ministro establece algo parecido a una relación amistosa. Sin cargar las tintas demasiado, Schöeller sigue potenciando la dimensión humana de su obra. Y es que El ejercicio del poder es un lúcido retrato de la vida política, aderezado con retratos personales que huyen constantemente del cliché.

Manuel Barrero Iglesias


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