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viernes, 12 de abril de 2013

Alacrán enamorado


5/10
Alacrán enamorado (España, 2013).
Dirección: Santiago A. Zannou.
Intérpretes: Álex González, Carlos Bardem, Judith Diakhate, Migue Ángel SilvestreHovik Keuchkerian, Javier Bardem.
Guión: Carlos Bardem, Santiago A. Zannou, sobre la novela de Carlos Bardem.
Música original: Woulfrank Zannou.
Fotografía: Juanmi Aspiroz.
Montaje: Jaume Martí.
Idioma: Español.
Duración: 100 minutos.




Golpes previsibles


Hay algo que juega muy a favor de esta película, y es la presencia de un director mucho más que eficiente. Zannou ya demostró con El truco del manco su habilidad para meterse en historias con contenido social, y a la vez hacerlas atractivas para el público. Es un director con las cosas claras, de excelente pulso, y que le da a sus historias justo el tono que necesitan.

Y mejora Zannou respecto a su anterior trabajo en lo que respecta a la dirección de actores. Sobresale el tour de force de un Álex González que se deja la piel en uno de esos personajes-bombón para cualquier actor. La capacidad de los Bardem la conocemos de sobra. Ambos encarnan a sus respectivos arquetipos con solvencia. Pero me gustaría destacar dos nombres. Por un lado, el rescate de Judith Diakhate, a la que casi no hemos visto desde La noche de los girasoles. Y por el otro, el descubrimiento de Hovik Keuchkerian. Toda una sorpresa.
El film sigue un esquema clásico, y es predecible hasta la extenuación. Es imposible no evocar American History X (Tony Kaye, 1998) mientras seguimos el viaje de este neonazi arrepentido que decide abandonar el camino del odio. Desde la relación con sus nuevos padrinos, hasta la inevitable historia de amor interracial. Desde las dificultades para salir de la mierda en la que anda metido, hasta su fuerza de voluntad para conseguirlo.

A pesar de los tópicos en el guión, los personajes de Alacrán enamorado nunca resultan cansinos. Están construidos con mucho esmero, y basta con un par de acertados matices para hacerlos cercanos. El mérito de los autores (y sus intérpretes) es la de no dar esa sensación de estar ante una repetición de estereotipos mil veces vistos. Hay mucho arquetipo, pero muy bien dibujado.
Carlos Bardem es un buen aficionado al boxeo, y se nota. Él coescribe un film basado en su propia novela, e incide en la capacidad de este deporte como canalizador del odio y la violencia. Una salida ideal para aquellos que han tenido la desgracia de vivir en entornos poco propicios y desestructurados. Una visión positiva de un deporte que no siempre sale bien parado en su traslación cinematográfica. Una película previsible, pero muy bien facturada, que manda un mensaje esperanzador. Al menos, dentro de lo posible.


Manuel Barrero Iglesias































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