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miércoles, 10 de julio de 2013

El vendedor

5/10
Le vendeur (Canadá, 2011).
Dirección y guión: Sébastien Pilote.
Intérpretes: Gilbert Sicotte, Nathalie Cavezzali, Jeremy Tessier, Jean-François Boudreau, Pierre Leblanc.
Música original: Emmanuel D'Orlando, Rob.
Fotografía: Michel La Veaux.
Montaje: Michel Arcand.
Idiomas: Francés.
Duración: 107 minutos.

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El oficio de vendedor encierra en sí mismo muchas de las miserias que el sistema capitalista supone para la clase media. Una clase atrapada en un sistema que también ayuda a mantener. El comercial se convierte en un depredador inmisericorde con sus víctimas, a las que necesita para seguir prosperando. Pero a su vez se convierte en instrumento de los que están por encima, quienes pueden prescindir de él en un abrir y cerrar de ojos..

Algo que retrató bastante bien Xavi Puebla en A puerta fría, film con mensaje de denuncia más evidente aún que éste realizado en 2011 por Sebastien Pilote. En ambos casos, los protagonistas funcionan a partir de la contradicción entre lo que hacen y cómo lo hacen. Una contradicción más aguda en el caso del personaje encarnado por Sicotte. Un tipo encantador, amante de su familia, que cuida a unos compañeros que le profesan una gran admiración. Incluso el trato con los clientes va más allá de la relación estrictamente comercial.

A pesar de sus exquisitas formas (incluso de sus intenciones nada oscuras), estamos ante alguien que termina siendo una pieza perfecta para que la maquinaria funcione. El problema aparece cuando otros elementos del engranaje empiezan a fallar, entonces todo el aparato se tambalea. Es lo que está ocurriendo en los últimos años con la crisis mundial, y lo que retrata el director a nivel local.

Un film modélico hasta esa parte final un tanto abrupta, en la que el autor castiga al protagonista de forma algo tendenciosa. Un último giro (aunque ya mostrado parcialmente al inicio) que separa al film de su lado más real para llevarlo a un terreno en exceso peliculero. Y no es que sea inverosímil lo que sucede, para nada. Pero el uso del hecho dramático, más que dar fuerza al relato, se la resta.


Manuel Barrero Iglesias




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