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viernes, 16 de diciembre de 2011

Perros de paja



3/10
Straw Dogs (Alemania-USA, 2011).
Dirección y guión: Rod Lurie.
Intérpretes: James Marsden, Kate Bosworth, Alexander Skarsgård, James Woods, Dominic Purcell.
Música original: Larry Groupé.
Fotografía: Alik Sakharov.
Montaje: Sarah Boyd.
Idioma: Inglés.
Duración: 110 minutos.



Paletos de paja

Es inevitable. Llega el remake de alguna gran película, y uno se pregunta por la necesidad que había de volver a hacerla. Por regla general, es un absurdo. Películas que no aportan nada nuevo (cuando no copiadas casi plano a plano) u otras que son muy inferiores a sus referentes. De vez en cuando, surge alguna sorpresa. Alguna variación significativa sobre el original, una revisión que aporte cosas distintas, y que no cause la sensación de hacernos perder el tiempo.

Pero son raras excepciones. Y Perros de paja, definitivamente, no es una de ellas. Para empezar, Rod Lurie no es Sam Peckinpah. Bueno, ni él, ni nadie. Y es que el estilo del director de Grupo salvaje es inimitable, y Lurie no pasa de ser un correcto artesano. La magistral rudeza de Peckinpah queda apartada, en detrimento de una estilización muy del gusto hollywoodiense.

Y mientras la versión de 1971 iba directa al grano, apartando toda la paja, ésta nueva se entretiene en explicaciones y obviedades. Cierto es que funciona como thriller rutinario, pero surge la inevitable comparación con el original. Los paletos americanos de ahora son presentados de forma mucho más burda que los británicos de entonces. Y es que Peckinpah, a pesar de su brutalidad, también sabía ser sutil. Algo en lo que falla Laurie con estrépito.

Pero la gran variación la encontramos en la figura femenina. Tanto en general, como muy en particular en lo que respecta a Amy. En los tiempos que corren es imposible que la aparente misoginia que existía en la película de Peckinpah, se volviera a reproducir. Todos recordamos aquella ambigua violación, en la que lo que más incómodo nos hacía sentir eran esos momentos en los que la protagonista parecía disfrutar. La corrección política impera, y Lurie no deja lugar a la duda. Todo está en su sitio, y la brecha matrimonial que sufrían Dustin Hoffman y Susan George también se ha esfumado.

Los niveles de turbación, bajan. La violenta incomodidad con la que nos angustiaba Peckinpah, también. Una película que enfrentaba a sus personajes con lo más oscuro de sí mismos, a la vez que provocaba ese mismo enfrentamiento en el espectador. En su lugar, nos tenemos que quedar con una lucha que confronta a una pareja cosmopolita y educada, con unos paletos asilvestrados.

Hacer una película cuesta mucho tiempo y dinero. Para qué hacer una copia desvirtuada de una obra de arte. Nunca lo entenderé. Si no existiera la original, estaríamos ante un thriller apañado, con su ligera reflexión sobre la civilización y la actuación humana en situaciones extremas. Con el precedente que hay, estamos ante una pérdida de dinero y tiempo.


Manuel Barrero Iglesias



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