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viernes, 9 de diciembre de 2011

La conspiración



5/10
The Conspirator (USA, 2010).
Dirección: Robert Redford.
Intérpretes: James McAvoy, Robin Wright, Kevin Kline, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson.
Guión: James D. Salomon, Gregory Bernstein.
Música original: Mark Isham.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Montaje: Craig McKay.
Idioma: Inglés.
Duración: 122 minutos.



El abogado del diablo

Es un tipo peculiar este Robert Redford. Ya conocen su trayectoria. De sex symbol a autor concienciado, e impulsor de cine independiente. En la actualidad, es complicado verlo dirigido por otros, aunque tampoco es que su carrera detrás de las cámaras sea demasiado extensa. Y es que después del prestigio ganado con sus primeros trabajos (Gente corriente, Quiz Show..), El hombre que susurraba a los caballos (1998) y La leyenda de Bagger Vance (2000).causaron más frialdad que otra cosa. Tras esta última, Redford tardó siete años en volver a la dirección. Y lo hacía con un sólido trabajo de alto contenido político, Leones por corderos (2007).


Una senda que retoma con este trabajo (y que continuará con The Company You Keep, película que está rodando). Y si en su anterior film se ocupaba de un tema de rabiosa actualidad, ahora se remonta hasta el siglo XIX. Tomando como punta de partida el asesinato de Abraham Lincoln, se centra en el juicio que se celebró para establecer las correspondientes culpabilidades conspiratorias.

Y más concretamente es la figura de Mary Surratt, madre de uno de los principales sospechosos, la que centra la atención. En este sentido, Redford nos propone el típico drama judicial. La lucha por un juicio justo, y la dedicación de un hombre íntegro que antepone unos ideales a su propio bienestar.

No falta ninguno de los tópicos que sirven para darle más dramatismo a este tipo de historias. Pérdida de prestigio social, pareja que abandona…en definitiva, la soledad de aquel que lucha por una causa que considera justa. Incluso contra sí mismo. Ahí es donde el personaje que interpreta James McAvoy nos presenta su más interesante matiz, en esa evolución sobre qué hacer con el caso que tiene entre manos.


La conspiración se articula desde el más exquisito clasicismo. Tanto la puesta en escena como el desarrollo del guión siguen todos los cánones establecidos, y es cierto que Redford lo resuelve todo de forma totalmente correcta. Pero uno echa en falta algo de emoción, cualquier cosa que se salga un poco del guión. Pero no, no hay sorpresas y todo transcurre según lo previsto.

Como elemento diferenciador solo queda entonces el contexto histórico. Resulta curioso ver la misma película judicial que siempre hemos visto extrapolada en el tiempo, 150 años atrás.  Y es que, en esencia, el ser humano sigue teniendo los mismos problemas a lo largo de los siglos. Cambian los tiempos, sí. La civilización avanza, también. Pero incluso aquellos que la hacen avanzar caen en esos errores que pretenden evitar. El llamamiento a la coherencia que hace el director es tan obvio como efectivo.


Con un trabajo actoral bastante ajustado, estamos ante una película que no emociona por culpa de un excesivo academicismo. Es decir, emociona lo mismo que cualquier producción de este tipo realizada por un buen artesano. Por lo menos, nos quedan los resquicios por los que se asoma la reflexión sobre la condición humana, sobre el sentido de justicia, y sobre la importancia luchar por unos ideales. Aunque son eso, solo pequeños resquicios.

Manuel Barrero Iglesias



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