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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Naomi Watts: No es una rubia cualquiera


La carrera de nuestra protagonista tiene un clarísimo punto de inflexión. Que David Lynch te llame para participar en una de las mayores obras cinematográficas del nuevo siglo debe tener su recompensa. Naomi Watts brillaba sobremanera en la turbadora Mulholland Drive. Y ahí empezó una nueva vida para ella.

Antes de aquello, estuvo durante quince años (que se dice bien pronto) ganándose la vida como buenamente podía. Nacida en Reino Unido, a los 14 años se instaló con su madre en Australia, país en el que desarrolló los primeros años de su carrera. Debutaría en 1986, con un pequeño papel en For Love Alone, donde compartía cartel con San Neill o Hugo Weaving.

Su siguiente aparición en cine tardaría cinco años en llegar, sería en La primera experiencia (1991), donde aparecían unas jóvenes Nicole Kidman y Thandie Newton. Un diminuto papel en Matinee (1993) fue su primera experiencia en Estados Unidos. Durante los siguientes años tuvo que sobrevivir en productos de muy dudosa calidad. Todavía en Australia, y ambas en 1993, Conducta inmoral y The custodian. Ya en USA, títulos como Tank Girl (1995), Los chicos del maíz 4, Bermuda Triangle, La sombra del intruso (las tres en 1996), o Más fuerte que su destino (1998). De ese año también es su pequeña participación vocal en Babe, el cerdito en la ciudad, en lo que suponía la vuelta a Australia, país en el que también hizo Strange Planet (1999).

Como ven, su carrera transcurría con más pena que gloria, como la de cualquier otra rubia. Pero llegó el papel de su vida. Todos recordamos la sobrecogedora actuación de Watts en Mullholland Drive (2001), desde la tensión sexual con Laura Elena Harring, hasta ese momento de pura emoción en el que presencia la interpretación de “Llorando”. Un trabajo de una pureza sobresaliente, en el que la actriz desnudaba toda esa fragilidad que también le sienta.

A partir de ahí, el éxito. Protagonizó The Ring (2002), basada en la aclamada película japonesa. Y es que Watts parece especializada en remakes. Además de la secuela The Ring 2 (2005), ha participado en King Kong (2005) y Funny Games (2007). Aunque claro, si los directores de estas últimas son Peter Jackson y Michael Haneke, a ver quién se niega a trabajar a sus órdenes.

Y es que la nómina de directores que han recurrido a ella no es nada desdeñable. En 2003, James Ivory hizo que compartiera protagonismo con Kate Hudson en Le Divorce; mientras que Alejandro González Iñarritu volvía a explotar su fragilidad en 21 gramos, otra excelente interpretación que le supuso su primera (y hasta ahora, única) nominación al Oscar. La actriz, además, puede presumir de haber rodado para dos de los mayores creadores vivos. Con David Cronenberg en Promesas del Este (2007), y con Woody Allen en Conocerás al hombre de tus sueños (2010).

El resto de su carrera se mantiene en un nivel más que aceptable. Trabajó en dos películas que destacaron en 2004, como Extrañas coincidencias y El asesinato de Richard Nixon. El velo pintado (2006), The International (2009) o Madres e hijas (2009) son algunos de sus trabajos más destacados en los últimos años.

Hace poco ha llegado a las carteleras españolas con el último trabajo de Jim Sheridan, Detrás de las paredes (2011). Y en breve, la veremos en lo nuevo de Clint Eastwood, J. Edgar (2011). Ya consolidada como toda una estrella, a sus 43 años empieza a entrar en la edad peligrosa para las actrices. Esperemos que Watts pueda mantenerse y podamos seguir disfrutando de su enorme talento año tras año.


Manuel Barrero Iglesias

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