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jueves, 10 de marzo de 2016

Críticas: Mustang

7/10
Mustang (Francia, 2015).
Dirección: Deniz Gamze Ergüven.
Intérpretes: Erol AfsinIlayda AkdoganDoga Zeynep DogusluElit IscanAyberk Pekcan,Günes SensoyTugba Sunguroglu.
Guión: Deniz Gamze Ergüven, Alice Winocour.
Música original: Warren Ellis.
Fotografía: David Chizallet, Ersin Gok.
Montaje: Mathilde Van de Moortel.
Idioma: Inglés.
Duración: 97 minutos.


El último pasto

Por Luis López

Dice la Wikipedia (y cito textualmente) que: “la palabra española mustango es una adaptación del inglés mustang, que a su vez proviene del español mesteño con variante mestengo. Se llamaba en español desde s. XIII mesteño o mestengo a los caballos que no tenían dueño conocido, y que por las leyes de Castilla debían pasar a propiedad de las mestas o concejos de ganaderos. El mestengo era un animal distribuido en este tipo de concejos, y por extensión, la palabra se utilizaba para referirse a cualquier animal salvaje.

Mustang supone el debut en el largometraje de Deniz Gamze Ergüven. La película ha obtenido el Goya a la mejor película europea entre otros galardones y está nominada a los Oscar como mejor película de habla no inglesa. La mirada de su director,a de origen turco, se detiene y reflexiona en el choque cultural que suponen cinco hermanas adolescentes para su abuela, que se ve desbordada e incapaz de gestionar el día a día en la Turquía rural que habitan. Ellas, con todas las preguntas de la vida por contestar, no se someten al férreo control de su entorno, que tratará de asfixiar cualquier conato de libertad con toda la maquinaria disponible.
La adolescencia es ese periodo de duración incierta que constituye la etapa menos anodina de la vida. Al desarrollo físico compuesto por cambios que abundan en las diferencias interpersonales que marcarán el comportamiento de los individuos, le sigue una curiosidad ingenua e indomable por todo. Ansia por estrenar una maduración recién adquirida. Quizá el único tramo en que cuerpo y mente dan pasos coordinados aunque la dirección no esté clara. El esbozo apenas cincelado se convierte en una escultura con volumen y profundidad.

La película no juzga ni menosprecia las tradiciones ancestrales de una cultura como la otomana, pero sí traza una línea que pone de relieve prácticas que no por habituales dejan de ser abusivas. Este espejo, en ocasiones monstruoso, sitúa en el centro de la escena la educación como eje vertebrador que proporciona al sujeto independencia de criterio y pensamiento ante la sociedad, un grano de arena en la reformulación del espacio social de la mujer en el mundo musulmán.

A pesar de ser una película luminosa, una llamada al cambio y a la revolución, el choque de estos dos estilos de vida genera desgarro pues la lucha es desigual en todos los aspectos, dentro de un país que se debate entre la modernización social y económica o el mantenimiento del status quo. Sin herramientas propias para gestionar o denunciar los conflictos que les acontecen, es el carácter de cada una de las hermanas el que prevalece junto a su destino. Así, a temprana edad, su futuro queda convenido impidiendo que sean propias las conquistas y las derrotas de la salvaje adolescencia. 




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