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miércoles, 2 de marzo de 2016

Críticas: La habitación

8/10
Room (Irlanda-Canadá, 2015).
Dirección: Lenny Abrahamson.
Intérpretes: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy, Megan Park.
Guión: Emma Donoghue, sobre su propia novela.
Música original: Stephen Rennicks.
Fotografía: Danny Cohen.
Montaje: Nathan Nugent.
Idioma: Inglés.
Duración: 1118 minutos.


Fuera del mundo
*Atención: Esta crítica puede contener spoilers

Por Alberto Gallardo

Ya está en las salas españolas una de las últimas revelaciones del reciente cine independiente norteamericano. La habitación, ganadora del premio de la audiencia en el último Festival de Toronto, llega con el aliciente añadido del Oscar a la mejor actriz en la última edición de los premios de la Academia de Hollywood, en los que además competía en las principales categorías.

La película dirigida por el irlandés Lenny Abrahamson parte de un guion de la escritora Emma Donoghue, basado en su propia y aclamada novela, que cuenta una escabrosa historia sobre una joven recluida durante años en una habitación junto a su hijo (fruto de la violación a la que le somete su secuestrador), que nunca ha visto la el mundo exterior.

A pesar de su escueta filmografía, Abrahamson tiene sobrada experiencia en las historias sobre el aislamiento social y la dificultad de la reinserción. Muestra de ello son las notabilísimas Adam y Paul y What Richard Did -que llegaron a España gracias a los Festivales de Gijón y Sevilla respectivamente- así como la apenas distribuida Garage o la más reciente y exitosa Frank.

La descripción de una peculiar relación materno-filial centra una opresiva y magnífica primera mitad de película. Un auténtico tour de force que se sostiene en la impresionante labor de unos actores magníficamente dirigidos: la excelente Brie Larson (que ya apuntaba maneras en la estupenda Short Term 12) y el asombroso descubrimiento Jacob Tremblay, que da vida con una inusual veracidad al candoroso y carismático hijo de la protagonista.

En el arranque de La habitación, Abrahamson se afana en detallar el universo paralelo que la madre construye para proteger a su hijo, logrando filtrar la emoción en tan angustioso reducto gracias a su plasmación del amor materno en circunstancias extremas. El discutido recurso a la voz en off del niño protagonista, se fundamenta en la búsqueda de un fantasioso punto de vista infantil, que aporta un toque de lirismo a tan dramático asunto, convirtiendo al personaje en el centro de un esperanzador viaje a la luz, no exento de crudas sombras.

La película tiene su clímax dramático mediado el metraje, en una impactante escena de huída excelentemente resuelta a nivel de planificación. En este vibrante tramo del film, destaca el plano del joven Tremblay observando el cielo abierto por primera vez en su corta vida, que resulta profundamente conmovedor. El emotivo reencuentro de madre e hijo inaugura un segundo tramo que, pese a abrazar ciertas convenciones narrativas, logra mantener muy alto el interés.
El guion continúa desarrollando la relación de dependencia entre madre e hijo una vez abandonan la habitación del título, mientras pone sobre el tapete otras encrucijadas. El reencuentro familiar genera el rechazo del abuelo (William H. Macy) hacia su nieto, al que ve como signo del abuso sufrido por su hija. Mientras, la abuela (Joan Allen) acoge al joven como salvador de su hija, siendo perfecta conocedora del ilimitado instinto de protección de una madre.

Sin embargo, lo más interesante de este segundo segmento -además de una breve pero feroz crítica a la prensa sensacionalista que precipita un dramático acontecimiento- es la exploración psicológica de sus protagonistas cuando estos dejan de ser una misma entidad. De este modo vemos la difícil adaptación del asombrado niño a su nuevo entorno y a su madre sufriendo una tardía asunción de la abrupta interrupción de su inocencia adolescente (la imagen de Larson despertando en una habitación llena de posters de sus ídolos de infancia resulta demoledora).

En definitiva, La habitación es una experiencia tan impactante como valiosa. Una película de dura premisa que logra evitar el sensacionalismo y el dramatismo irrespirable, erigiéndose en un esperanzador relato de supervivencia sobre el reencuentro con al mundo real de dos personajes condenados a un aislamiento al que sobreviven gracias a su apoyo mutuo. Una gran película cuya merecida irrupción en la temporada de premios le permitirá alcanzar una audiencia amplia.



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