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sábado, 8 de febrero de 2014

Hércules. El origen de la leyenda

1/10
The Legend of Hercules (Estados Unidos, 2014)
Dirección: Renny Harlin.
Intérpretes: Kellan Lutz, Gaia Weiss, Scott Adkins, Roxanne McKee, Liam Garrigan.
Guión: Sean Hood, Daniel Giat, Renny Harlin, Giulio Steve.
Música original: Tuomas Kantelinen.

FotografíaSam McCurdy.
Montaje: Vincent Tabaillon.
Idioma: Inglés.
Duración: 99 minutos.


Músculos sin cerebro


Renny Harlin tuvo su momento de gloria en los 90, época en la que casi cualquier producto de acción encontraba su sitio entre el público. La jungla 2: Alerta roja (1990), Máximo riesgo (1993), La isla de las cabezas cortadas (1995) o Memoria letal (1996) fueron sus títulos más sonados. No, no es cine de alta calidad. Incluso hay algún estrepitoso fracaso, como la aventura pirata protagonizada por Geena Davis. Pero también hay algún trabajo a reivindicar, como la trepidante cinta de acción montañera de Stallone.

El caso es que nunca dejó de ser un director de acción de segunda fila, que con el cambio de siglo ha ido cayendo cada vez más en el olvido. Muchos de estos subproductos intrascendentes realizados en los últimos años ni siquiera se han estrenado en nuestro país. Hércules. El origen de la leyenda es el film más notorio del director en la última década (así de mal está la cosa).

Los réditos en la taquilla americana no han sido gran cosa, y es que el aire de serie B es demasiado evidente. La película nace a la sombra de la acción musculada que puso de moda 300 (ya el referente es cine de bajos vuelos). Sin la energía visual de Snyder, Hércules se limita a copiar de forma abusiva la ralentización en las secuencias de lucha. Eso y los lamentables efectos digitales hacen inviable cualquier tipo de encanto visual.


No nos vamos a detener en cuestiones obvias, como el guión o las interpretaciones. Se puede hacer una película divertida por muy burdos que sean estos elementos. La clave está en el grado de la solemnidad con la que el autor afronte el asunto. Harlin parece querer escapar de ella todo el tiempo, pero nunca se atreve a hacerlo. Al final queda algo intermedio que ni es serio, ni se toma a broma. Una tibieza que hace de este film algo aburrido hasta lo desesperante. Lo de malo ya se da por supuesto.


Manuel Barrero Iglesias




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