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jueves, 20 de febrero de 2014

Cuento de invierno

2/10
Winter's Tale (USA, 2014).
Dirección: Akiva Goldsman.
Intérpretes: Colin Farrell, Jessica Brown Findlay, Russell Crowe, Jennifer Connelly, William Hurt, Eva Marie Saint.
Guión: Akiva Goldsman, basado en la novela de Mark Helprin.
Música original: Rupert Gregson-Williams, Hans Zimmer.
Fotografía: Caleb Deschanel.
Montaje: Tim Squyres, Wayne Wahrman.
Idioma: Inglés.
Duración: 118 minutos.



Demasiado cuento


Resulta muy complicado enfrentarse a labor crítica ante una película como Cuento de invierno. Lo fácil es recurrir a la sorna hiriente y al desprecio en los calificativos. Cuando algo que pretende ser serio causa tal nivel de incredulidad no hay muchas más opciones a la hora de valorar un trabajo. Que un drama (supuestamente) adulto provoque la necesidad de soltar una carcajada en alguno de sus momentos de mayor intensidad no es buena señal. Algo falla. En el autor, o en el crítico. Probablemente en ambos, pero eso ya es otro tema.

Akiva Goldsman es un guionista que ganó el Oscar por escribir Una mente maravillosa. Efectivamente, es una de esas vergüenzas por las que la Academia debería perdón (aunque sea siglos más tarde, al estilo de la Iglesia Católica). Y aún así, estamos ante una de las cumbres cinematográficas de un autor que cuenta entre sus créditos con los libretos de Batman y Robin (Joel Schumacher, 1997) , Yo, robot (Alex Proyas, 2004) o El código Da Vinci (Ron Howard, 2006). Ahí es nada.

En su debut tras las cámaras, él mismo adapta una novela escrita por Mark Helprin en 1983, la cual no puede negar ser hija de su tiempo. Esa mezcla de romance y elementos fantásticos era algo muy de la época. De haberse realizado entonces, la adaptación quizás hubiese tenido su gracia. Para empezar, porque se hubiera tomado mucho menos en serio que esta película que llega tres décadas tarde.

Cosas como “el destino”, “los milagros” o el espiritualismo de saldo se dan cita en una película cuyo objetivo es emocionar al espectador de lágrima fácil. Amores imposibles a través del tiempo, enfermedades graves en jóvenes damiselas, y una lucha bien diferenciada entre el bien y el mal. Ah, y un caballo blanco con alas. Durante todo el film una pregunta no paraba de rondar mi cabeza: “¿pero esto es en serio?”. Al parecer, sí lo es. ¿Y yo qué hago? Al final he tenido que recurrir a la sorna y a algún que otro calificativo degradante. Pero conste que no era mi intención.


Manuel Barrero Iglesias



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