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lunes, 19 de septiembre de 2011

Terrence Malick: el hombre tranquilo

Terence Malick es un rara avis dentro de Hollywood, un director con un gran prestigio entre los críticos pero no tanto entre el gran público. Pero no es esto lo que lo convierte en un director peculiar, lo hace el hecho de que su carrera se extienda a lo largo de más de treinta años y que solamente haya dirigido seis películas hasta la fecha, dos de ella pendientes de estreno en nuestro país. Además de el hecho de que no dirija películas como churros aun teniendo la posibilidad de hacerlo, Malick se caracteriza por su prácticamente inexistente contacto con los medios, teniendo firmado por contrato su no participación en la promoción de sus películas.

Principalmente se le conoce por su faceta de director y guionista de sus propias películas, Malick comenzó escribiendo para otros en proyectos de cierto nivel. Pero vayamos a lo importante, su carrera como director.

Comenzó con un corto llamado Lanton Mills, el cual no he visto y que por lo tanto no puedo comentar, para posteriormente, ya en la década de los setenta, dirigir dos obras maestras como Malas tierras y Días del cielo, con un espacio entre ellas de cinco años, generándole gran prestigio entre la crítica internacional, siendo este mucho mayor en Europa que en su propio país.

Veinte años después de Días del cielo y cuando todo el mundo ya pensaba que había abandonado el mundo del cine, Malick nos entregó su peculiar visión del cine bélico. La delgada línea roja es una cinta bélica pausada, con escasas escenas de batalla, con una voz en off que se extiende a lo largo de toda la película mostrándonos las reflexiones de sus protagonistas acerca de la guerra y todo lo que le rodea, con una fotografía espectacular de John Toll y un reparto lleno de estrellas.
Siete años después, ya en 2005, Malick estrenó la que considero su gran obra maestra, El nuevo mundo, la cual también creo que es una de las mejores películas de los últimos diez años, hasta ahí llega mi fanatismo. Una cinta que habla acerca de la colonización europea de las Américas, utilizando para ello la leyenda de Pocahontas y John Smith. Una película prácticamente onírica que volvió a no tener éxito en taquilla pero que cautivó a parte de la crítica, una película que se vendía como una película épica cargada de batallas que decepcionó al gran público, el cual se encontró con una reflexión acerca de la condición humana y sobre como las personas destruimos todo lo que queremos.

Ahora parece que Malick ha pisado el acelerador y además de estrenar una nueva película esta semana, El árbol de la vida, ya se encuentra en fase de post-producción de otra. Esperemos que siga dándonos alegrías a buen ritmo pero sin bajar el nivelazo.


David Sancho

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