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jueves, 28 de julio de 2011

La prima cosa bella


4/10
La prima cosa bella (Italia, 2010).
Dirección: Paolo Virzì.
Intérpretes: Valerio Mastandrea, Micaela Ramazzoti, Stefania Sandrelli, Claudia Pandolfi, Sergio Albelli.
Guión: Paolo Virzì, Francesco Bruni, Francesco Piccolo.
Música original: Carlo Virzì.
Fotografía: Nicola Pecorini.
Montaje: Simone Manetti.
Idioma: Italiano.
Duración: 122 minutos.






Comedia a la italiana

Coinciden en la cartelera española dos películas en las que un moribundo progenitor influye de forma decisiva en la vida de alguno de sus hijos. Una de ellas es esta película italiana, en la que una veterana Stefania Sandrelli se mete en la piel de una vitalista enferma terminal. Al igual que hacía Christopher Plummer en la emotiva Beginners (Mike Mills, 2011). Y aunque el tratamiento sea muy distinto en una y otra, sí que encontramos algún otro paralelismo, como el fuerte componente autobiográfico (más presente en el film de Mills).
La prima cosa bella prefiere bucear mucho más en el pasado, y de paso, revivir el cine que Dino Risi y compañía hacían en los 70. De hecho, hay un explícito homenaje, con esa secuencia que recrea un rodaje de un film del mismo Risi (interpretado por su hijo). Un costumbrismo a la italiana, en el que la tragedia y la comedia se entremezclan y se superponen sin solución de continuidad.

Una nostalgia agridulce en la que sobreviven como pueden unos seres, ante todo, desprotegidos. La película confronta al arquetípico carácter alegre y despreocupado de la mujer italiana con el taciturno y malhumorado masculino. Una contraposición muy visible en los extremos que son la madre y el hijo, pero que también se hace notar en los otros dos miembros de la familia.


La sensual Micaela Ramazzoti toma el relevo de actrices como Sandrelli (ambas interpretan el mismo personaje en distintas épocas), en ese rol que tantas veces ha desempeñado la mujer italiana en el cine. Se nota la pasión y la admiración con la que Paolo Vrizì trata la figura de la mujer, aunque también haya un punto de condescendencia. En todo caso, las figuras femeninas salen mejor paradas que las masculinas, siempre rozando el patetismo.
Tanto la recreación del pasado como la reconciliación del presente recorren un buen número de lugares comunes. Si bien es cierto que a la película le sobra encanto. A las ya mencionadas esplendorosas creaciones de Ramazzoti y Sandrelli, se unen los excelentes trabajos de Valerio Mastandrea y Claudia Pandolfi.
Una refrescante película, que se disfruta con facilidad, aunque con esa misma facilidad se olvida.

Manuel Barrero Iglesias




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