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sábado, 20 de septiembre de 2014

Crónicas: San Sebastián 2014. Día 1

Por Andrea Dorantes

The Equalizer (Antoine Fuqua. EEUU, 2014)
Sección Oficial (Fuera de concurso)

The equalizer, la nueva cinta de Antoine Fuqua, y largometraje que abre esta edición del Festival de San Sebastián, habla de justicia y equidad. Denzel Washington -que este año recibe el Premio Donostia- interpreta a un entrañable outsider del sistema, Robert McCall, que actúa metódicamente y lleva una vida aparentemente sencilla. Cada noche acude a la misma cafetería a leer, coincidiendo con una prostituta joven que también es habitual de ese lugar. Su rutina cambia cuando se encuentra situado por azar en medio de una trama de prostitución rusa y contrabando en general, y Robert emerge de su enigmática identidad para convertirse en una especie de caballero andante en una ciudad y en un momento en el que ya no existe gente como él. Intentando desarmar la trama a base de violencia, Robert es una suerte de superhéroe en la sombra que intenta hacer justicia, por lo que sacrifica en cierto modo su vida como haría un samurái con el fin de salvar a otros.  The Equalizer, aunque entretenida, no deja de caer en lo convencional, su estrategia no sorprende y acaba siendo una película de acción más.

No todo es vigilia (Hermes Paracuello. España, 2014)
Nuev@s Director@s

No todo es vigilia, segundo largometraje de Hermes Paralluelo, es un retrato fiel de la fragilidad de la vejez. Con sus dos abuelos como protagonistas, Paralluelo muestra lo tierno y lo dramático de esa edad a la que uno querría hacer más de lo que su cuerpo ya le puede permitir. Antonio y Felisa se han cuidado toda la vida, pero ahora ambos se encuentran demasiado débiles para seguir haciéndolo como lo han hecho siempre. La película transcurre en su primera mitad en el hospital, lugar fantasmagórico, que parece casi un gran titán vacío por dentro, donde médicos y enfermeros deambulan en la oscuridad como si de autómatas de tratase, mientras Felisa y Antonio parecen los únicos seres vivos. La segunda parte es narrada ya en la intimidad de la casa, la cual se niegan en abandonar por una residencia, se aferran a ella con fuerza a pesar de su obvia caducidad. Historia de amor y fidelidad, No todo es vigilia  es narrada con una preciosa fotografía, intimista y delicada, utilizando planos originales, un etalonaje muy fino y con un tempo lento y a su vez realista, que hacen de este largometraje un imprescindible de esta edición del festival.

Catch me Daddy (Daniel Wolfe. Reino Unido, 2014)
Perlas


Catch me daddy, primer largometraje de Daniel Wolfe, comienza fresca, llena de color y con una fotografía interesante. Trata acerca de Laila y Aaron, una pareja que vive feliz aunque huyendo a la vez de la familia de ésta. En el momento en que entra en escena el grupo de paquistaníes que buscan a Laila para entregarla de nuevo a su padre, la película comienza a decaer y se convierte en una trama de persecución constante, en plena oscuridad, haciendo de la cinta algo monótono y provocando la pérdida de interés por parte del espectador. Aunque Daniel Wolfe intenta retratar la peligrosidad y miseria de las vidas en zonas periféricas de Inglaterra como West Yorkshire, al final parece que se limita a observar y no profundiza en ese tipo de problemáticas.


Mommy (Xavier Dolan, Canadá, 2014)
Perlas


Mommy, la nueva película de Xavier Dolan, co-ganadora del Premio del Jurado en la edición del Festival de Cannes de este año.
En este largometraje, Dolan nos narra la historia de una familia algo disparatada, formada por Steve, un chico problemático con dificultades para controlar su ira, y su madre, Diane, que decide lidiar con su compañía en lugar de enviarlo a un hospital o reformatorio. Una intensa relación de amor-odio a la cual se aferran los personajes, solitarios excepto por la cada vez más usual compañía de la peculiar vecina de enfrente, Kyla. Dolan decide mostrarnos esta trama desde un original formato 1:1, es decir, cuadrado, que al principio puede resultar extraño pero que al cabo de un tiempo parece incluso necesario, ya que Steve y Diane solo se tienen el uno al otro y no necesitan más background, sólo ellos ocupan la imagen, el resto sobra. Este formato recuerda a la fotografía analógica de 120mm, utilizada normalmente para retrato, y eso es lo que consigue el director, realizar un retrato fiel de este triángulo de personas que no se tienen más que a sí mismos y parecen ser individuos excluidos del sistema; una madre soltera y pobre, un chico con problemas para relacionarse de una forma convencional y Kyla, una exprofesora con tartamudeo. Con secuencias que recuerdan al videoclip e imágenes llenas de color y luz, Dolan nos endulza de algún modo esta historia amarga que encierra tristeza y que a la vez llega a ahondar en lo más profundo de los sentimientos humanos.

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