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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Crítica: El niño

7/10
El niño (España, 2014)
Dirección: Daniel Monzón.
Intérpretes: Jesús Castro, Luis Tosar, Jesús Carroza, Eduard Fernández, Saed Chatiby, Bárbara Lennie, Sergi López, Mariam Bachir, Ian McShane.
Guión: Jorge Guerricaechevarría, Daniel Monzón.
Música original: Roque Baños.
Fotografía: Carles Gusi.
Montaje: Cristina Pastor.
Idioma: Español.
Duración: 130 minutos.


Con denominación de origen


Por Manuel Barrero Iglesias

Jorge Guerricaechevarría fue corresponsable del guión dos thrillers que marcaron época en nuestro país. Tanto El día de la bestia (1995) como La comunidad (2000) demostraron que se podía hacer cine de género enraizado profundamente en nuestra cultura, y a la vez ser atractivo para el gran público. Ambas cosecharon tantos millones como alabanzas, situando a Álex de lglesia a la cabeza de una generación muy prometedora.

Años más tarde, el guionista vuelve a repetir doblete triunfador, esta vez formando tándem junto a Daniel Monzón. Cierto es que Celda 211 (2009) es un producto más intercambiable, pudiéndose haber rodado en cualquier lugar del mundo; pero El niño vuelve a ser ese cine con denominación de origen. Un thriller que solo podía hacerse en el lugar en el que se ha hecho. Y aquí debemos reconocer el mérito del director, quien luchó por mantener esas señas de identidad. Rodar en escenarios naturales y en el idioma -incluso en el dialecto- original era la única opción posible. Por mucho que a algunos productores les cueste entenderlo.

Las comparaciones con The Wire son inevitables. No sólo por lo circunstancial de que la acción transcurra en un puerto (como la segunda temporada de la serie), o porque haya tramas paralelas (que convergen en algún momento) a ambos lados de la ley. Ni siquiera la evidente similitud en el tema de las escuchas. Lo que verdaderamente las emparienta es esa intención de capturar la esencia de un lugar a través de la delincuencia. El mundo de la droga sirve como vehículo a través de cual radiografiar un espacio y un tiempo. Lo más apasionante de El niño es observar ese entorno impresionante, donde confluyen dos continentes separados por el choque de dos mares.

Ambiciosas intenciones que elevan la calidad, aunque en ocasiones no sea capaz de alcanzar sus objetivos. En primer lugar, porque las dos horas se antojan cortas para la cantidad de frentes que abre el film. Especialmente, cuando se pierde parte de ese tiempo en hacer concesiones a su amplitud comercial, y que hacen que pierda fuerza a medida que se acerca el desenlace. Otro elemento que se presenta como reclamo para el público es la acción, aunque de nuevo aquí debemos aplaudir al director y su empeño por rodar esas secuencias de la forma más real posible. Sin dobles ni efectos digitales, con esa fisicidad que también le sienta al cine de acción. Y no sólo Monzón, todos sus actores se entregan a la causa con verdadera pasión. Desde los muy consagrados como Tosar y Fernández, hasta los muy novatos como Castro y Chatiby.

Daniel Monzón no es Álex de la Iglesia, cuyo cine está impregnado de su fuerte personalidad. El director balear no tiene un estilo tan característico, pero es incluso capaz de llegar a un público más amplio. Su cine es el ejemplo perfecto de cómo combinar lo comercial con la calidad. El niño es un producto de una efectividad apabullante, y que a la vez mantiene ciertos rasgos identitarios muy loables. Aunque se queda sin dar el último paso, aquel que pretende la excelencia artística. En su lugar, se buscan -y se encuentran- los euros. ¿Merece la pena sacrificar ese plus de calidad en pos de una inyección económica para una industria tan maltrecha como la española? Ese ya es otro debate.


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