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martes, 31 de julio de 2012

El caballero oscuro: La leyenda renace

7/10
The Dark Knight Rises (USA, 2012).
Dirección: Christopher Nolan.
Intérpretes: Christian Bale, Gary Oldman, Tom Hardy, Joseph Gordon-Levitt, Anne Hathaway, Marion Cotillard, Morgan Freeman, Michael Caine.
Guión: Christopher Nolan, Jonathan Nolan, basado en los personajes creados por Bob Kane.
Música original: Hans Zimmer.
Fotografía: Wally Pfister.
Montaje: Lee Smith.
Idioma: Inglés.
Duración: 164 minutos.


Nolan, la leyenda continúa

Con apenas un puñado de películas, Christopher Nolan ha conseguido ganarse el respeto casi unánime de la crítica internacional y el aplauso de una audiencia masiva que ve y espera sus filmes con entusiasmo; imaginando que aquello que van a presenciar será diferente a lo que cualquier estreno medio de los grandes estudios norteamericanos, destinado a arrasar la taquilla, pueda ofrecer. No es casualidad. Su gran “presentación en sociedad” fue con su segundo trabajo; Memento enamoró y sorprendió al mundo. Un soplo de aire renovado que asumía riesgo en lo contado, y que era resuelto y presentado con una brillantez incuestionable. Y precisamente ése termina siendo el gran valor de Nolan: lograr que el mayor artificio imaginable sea en sus manos un juguete manejable y comprensible con el que todos podamos divertirnos.

No hay reto que este cineasta no sea capaz de asumir. Ya lo demostró con su anterior Origen. Un “no va más” desbocado que sin talento tras el objetivo hubiera caído en lo inentendible o en lo ridículo, pero que el director maneja a su antojo haciéndolo digerible de forma prodigiosa. La clave es manejar los tiempos, saber narrar. Nolan tiene su estilo, su mundo. Sabe ir a lo esencial, por mucho que lo que veamos sea visualmente arrebatador, manejando el tempo de la acción (no aún la acción en sí mismo) como pocos en la historia reciente y no tan reciente. También sabe ser profundo y contenido cuando la ocasión lo merece. Tiene el don de no entretenerse en lo vacío, pudiendo hacer que tres horas de proyección pasen en un suspiro sin tiempo para abandonarse en lo prescindible.

Asumir el volver a contar la historia de Batman parecía un reto innecesario tras las últimas y no tan lejanas presentaciones del personaje que hizo la Warner en los ochenta y noventa. Sin embargo la elección del creador londinense fue un empujón necesario para dar sentido a tal regreso a las pantallas. Pese a las dudas que a algunos nos generó esa decisión, al cuarto de hora de comenzar el visionado de Batman Begins uno entendió que no estaba presenciando una adaptación más de cómic al uso. La primera parte de esa primera entrega es sencillamente cine apabullante, deslumbrante. Lo mejor que había hecho su director hasta la fecha. Curiosamente, con la aparición del “murciélago” en la segunda parte del metraje la cosa queda un poco descompensada. Pero la película termina por dejar un gusto de obra grande, y así fue reconocida.

El camino elegido por Nolan, dando el superhéroe -y a los villanos a los que se enfrenta- la categoría de ser humano: con sus frustraciones, sus dudas y sus debilidades (algo que no es nuevo pero que en esta vía se plantea como el centro profundo de la historia); marcará un antes y un después a la hora de reflejar las andanzas de todos estos personajes de ficción. La acción es relevante pero lo que se quiere contar va mucho más allá. Ejemplo muy claro de todo esto fue el segundo capítulo de la saga. El caballero oscuro es un milagro. Una de esas películas en las que uno percibe ya el aroma de clásico a los cinco minutos de abandonar el cine. Suma perfecta de todas las virtudes comentadas del director, hay algo que va mucho más allá. Quizá la potencia de ese malvado llamado Joker al que dio la vida, quién sabe si literalmente, Heath Ledger. O quizá el énfasis dramático tan apasionado, dentro de ese caos dibujado, que destila cada fotograma. El caso es que ese film ocupará ya para muchos un lugar de honor entre las mejores películas visionadas en las últimas décadas.

No hay, o no se transmite, ni de lejos, la misma crudeza, ni la misma pasión, ni la misma profundidad en la última entrega de la trilogía, El caballero oscuro: la leyenda renace. Sin duda, porque la historia no tiene el peso específico de la anterior, porque el villano elegido que interpreta Tom Hardy -el torturado Bane- está lejos de escalar a la altura de su predecesor, porque las motivaciones que llevarán a Bruce Wayne a volver a enfundarse al traje de Batman son demasiado manidas, y porque el resto del coro de personajes no lucen como debieran perdidos en un guión (obra del propio Nolan, junto a su hermano Jonathan) que puede estar bien planteado pero que busca ser enorme (craso error) para acabar dispersándose. Salvando a una extraordinaria Anne Hathaway, en su papel de Catwoman, quien nos brinda algunos de los mejores momentos de la trama, tanto cómicos como enigmáticos, con esos vaivenes entre bandos que tanto juego dan. Hay previsibilidad y falta de sorpresa (si exceptuamos algún estupendo golpe de efecto final que, por cierto, dejan la saga completamente expuesta a futuras continuaciones).

Y, sin embargo, estamos ante un filme magnífico si apreciamos la capacidad de su director para que no haya ni un minuto en el que no pase algo, en el que no se cuide cada detalle en la imagen, en el que no se plasme con contundencia la atmósfera buscada, y en el que no esté todo presentado y resuelto con brillantez. Un filme en el que casi nada sobra, donde se nos cuenta una historia (esta vez algo insípida para quien esto firma, pero que se toma mucho más en serio que cualquiera de las últimas -algo infantiles- presentaciones cinematográficas de la Marvel) perfectamente escalonada, marcando el crecimiento de lo narrado con inteligencia, sin dejar dudas de dónde estamos en cada momento o dónde se encuentra cada protagonista en sus personales viajes internos hasta llevarnos a un desenlace vibrante, donde la cámara se apodera de todo y lo que vemos nos inunda los sentidos por completo. Nuevamente puede parecer sencillo pero no lo es. Nolan en este nuevo ejercicio deja claro que está, que sigue, en un escalón superior a casi todos los directores de su generación. Tiene el talento para abrumar sin cansar pero nunca se aleja del alma de sus personajes.

Se podía pedir más. Una pena que el libreto no ayude en absoluto. Había esperanza de culminar la trilogía, que había crecido hasta cotas altísimas, con un desenlace aún más elevado. El problema radica en que veníamos de experimentar un fenómeno que ocurre muy de cuando en cuando. Teníamos en el recuerdo El caballero oscuro. No olvidemos que los milagros son difíciles de presenciar y, cuando suceden, hay que valorarlos como tales.

Jorge R.




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