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jueves, 24 de julio de 2014

Un toque de violencia

7/10
Tian zhu ding (China-Japón-Francia, 2013)
Dirección y guión: Jia Zhang-Ke.
Intérpretes: Jiang Wu, luo Lanshan, Meng Li, Wang Baoqiang, Zhang Jia-yi, Zhao Tao.
Música original: Lim Giong.
Fotografía: Nelson Yu Lik-wai.
Montaje: Matthieu Laclau, Weixin Liu.
Idiomas: Mandarín, cantonés, inglés.
Duración: 133 minutos

Entender la violencia

Por Sofia Pérez Delgado
(La película del día)


¿Qué tienen en común un trabajador de una mina que decide tomarse la justicia por su mano, un impasible ladrón, la amante de un hombre poderoso, y un chico que intenta encarrilar su vida yendo de trabajo en trabajo? No mucho en apariencia, pero el director chino Jia Zhang-Ke traza una espiral común que les une a ellos, y a todos en general: la violencia. En su última película, Jia realiza un intenso estudio de los distintos tipos de acción violenta (la física, la verbal, la emocional…), y los diferentes motivos que llevan a aplicarla: justicia, ambición, miedo, amor, tristeza… Todo ello impulsado por la conflictiva situación social de China, ofreciendo un amplio panorama de las circunstancias del país a partir de cuatro relatos reales.

Como se puede imaginar a poco que se sepa de la película, el “toque” del título es un eufemismo: las muertes son excesivas, brutales, efectistas y sangrientas. Y también episódicas, contrastando con el ritmo casi contemplativo del resto de la cinta. Se incide así en la descripción de la manera abrupta en la que los actos violentos hacen su aparición dentro de las vidas ordinarias. Con un guion ganador el año pasado en Cannes, Jia enlaza elementos del western crepuscular, el thriller o el drama romántico y social sin apenas transiciones, aunque la introducción de algunos personajes resulta forzada. Los protagonistas deben hacer frente a la ambigüedad moral de sus actos, que afectan a su entorno, pero sobre todo influyen en ellos mismos.


Se le puede achacar a Jia algo de falta de sutileza, paseándose por la fina línea entre el realismo y el tremendismo. Jia recoge el modelo de historias occidental del que Alejandro González Iñárritu se ha convertido en el principal representante, y de hecho podemos observar mucho del realizador mexicano en Un toque de violencia, especialmente en la manera de llevar a sus personajes al límite de su resistencia, como vemos en los interpretados por Jiang Wu, espléndido protagonista de la primera (y la mejor) historia, o Zhao Tao, actriz fetiche del director.

Jia no solo utiliza la violencia como un motivo argumental, sino que también explora sus posibilidades estéticas. De esto modo, aplica su experiencia en el cine documental a través del naturalismo con el que muestra la vida diaria en pueblos y ciudades pequeñas, pero con una recreación muy estilizada de las escenas de violencia, concebidas como coreografías, influidas por el wuxia, género exclusivamente chino sobre las artes marciales. Una danza macabra en la que Jia prolonga los momentos de tensión de forma angustiosa en las dos primeras historias (las más efectivas), mientras que en las dos últimas se enfrenta a la dureza de forma más seca, rápida y directa. La fotografía de Yu Likwai contribuye además a la intensidad de estos momentos, con la expresiva y anti naturalista utilización del rojo, a diferencia del gris que enmarca los conflictos internos de los personajes.


Un toque de violencia es un fresco pesimista de un país cada vez más en auge económico, al mismo tiempo que cada vez más en decadencia humana. Aun así, dentro de este impasible retrato, la voz de Jia se materializa como un oasis, porque a pesar de la crueldad de la atmósfera, el afecto que el director siente hacia los sujetos individuales parece dejar entreabierto un camino a la esperanza. Aunque tiene una situación muy concreta, el ensayo sobre la violencia de Jia se puede traducir a otros muchos lugares. Un universal ejercicio de comprensión y análisis que debería ser, por sus valores, de visión imprescindible




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