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jueves, 10 de julio de 2014

Amanece en Edimburgo

5/10
Sunshine On Leith (Reinuo Unido, 2013).
Dirección: Dexter Fletcher.
Intérpretes: Antonia Thomas, Jason Flemyng, George MacKay, Peter Mullan, Freya Mavor, Jane Horrocks.
Guión: Stephen Greenhorn.
Música original: Paul Englishby.
Fotografía: George Richmond.
Montaje: Stuart Gazzard.
Idioma: Inglés.
Duración: 100 minutos.



Amor en (y por) Edimburgo

Por Manuel Barrero Iglesias

En algún momento la ficción nos hizo creer que una pedida de mano pública y grandilocuente era algo muy romántico. Mentira. Una petición de este tipo lo único que demuestra es un enorme egoísmo por parte del demandante, quien pone a la otra parte en una difícil tesitura. A veces la proposición de matrimonio funciona como un ultimátum a traición y bastante injusto. Por eso se agradece el tratamiento de la relación entre Liz y Ally, tratando de desmarcarse de los tópicos de la comedia romántica

Amanece en Edimburgo es uno de esos musicales que se construyen sobre las canciones de un solo grupo (The Proclaimers, en este caso). Y ya sabemos que en este tipo de filmes el hilo argumental es una excusa que sirve poco más que de relleno entre número y número. Las alegrías y tristezas de tres parejas protagonizan el poco original guión que Greenhorn traslada de las tablas a la gran pantalla. Si el conflicto de la pareja madura se inclina hacia lo culebronesco, el de Yvonne y Davy resulta demasiado forzado. Por eso tiene tanto valor el retrato de una relación que no tiene por qué acabar bien (aunque al final se cuele algo de ese espíritu meloso).

Pero estamos ante un musical, y como tal, lo importante está en las canciones. Y en este aspecto el film cumple con simpatía, pero sin brillantez. Números efectivos y agradables que destacan por el entorno. Efectivamente, la película es toda una declaración de amor a la magia de una ciudad de cuento que aparece en todo su esplendor. Al final, Edimburgo termina siendo la gran protagonista.

Con excesiva timidez, Amanece en Edimburgo trata subvertir algún que otro código. Aunque al final se entregue a los brazos del musical romántico al uso, su desparpajo y naturalidad acaban por dibujarnos una ligera sonrisa de complicidad.





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