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domingo, 14 de octubre de 2012

Shanghai


Shanghai (Usa-China, 2010).
Dirección: Mikael Håfström.
Intérpretes: John Cusack, Gong Li, Chow Yun-Fat, David Morse, Ken Watanabe, Franka Potente.
Guión: Hossein Amini.
Música original: Klaus Badelt.
Fotografía: Benoît Delhomme.
Montaje: Peter Boyle, Kevin Tent.
Idiomas: Inglés, mandarín, japonés, alemán.
Duración: 105 minutos.






5/10


Siempre nos quedará Shanghai

Es bastante recurrente, dentro de la maquinaria de Hollywood, repetir las mismas fórmulas que en anteriores ocasiones generaron éxito. Shanghai, de Mikael Håfström, cae en el mismo error que muchos thrillers actuales ambientados en la Segunda Guerra Mundial: en el intento de recuperar el sabor del cine clásico, olvida que ello no debería basarse en copiar ciertas características del mismo y pulsar el botón automático. A esta Shanghai  le falta la personalidad necesaria para crear una atmósfera real en lugar de delegar exclusivamente en el uso del humo para llenar los espacios.

Estéticamente, se trata de una película estilizada y con un importante despliegue artístico en la recreación de la ciudad a principios de los 40, pero sin ningún tipo de alma. Un conjunto frío, lejano, irreal. Pese a los esfuerzos, no se logra que el escenario cobre importancia y, realmente, uno piensa que esta película está ambientada en la ciudad china como se podía haber ambientado en cualquier otro lugar. El deseo de transmitir la magia de su ciudad natal por parte del productor Mike Medavoy resulta un fracaso. Por su parte, la fotografía de Benoît Delhomme (El niño con el pijama de rayas, El mercader de Venecia), como de costumbre, es tan vistosa como desafortunada, basada en un exceso de iluminación que va en contra de lo que la acción requiere.

Quizás resulte más interesante su guion, a cargo de Hossein Amini, antes de que escribiera el de la aclamada Drive. Aunque el argumento no sea novedoso -y tenga demasiados lugares comunes con clásicos como Casablanca-, derive en su tercio final en un sinsentido de acción, y la película comience con un flashback totalmente prescindible; sí que tiene cosas más que rescatables.

La historia resulta atractiva desde el primer momento, y mientras el tono es el del noir, el interés va in crescendo. Salvo por la introducción de algún flashback algo discutible, pocos reproches se le puede poner a la película en este aspecto. Los personajes están bien presentados y algunos de ellos son los que verdaderamente transmiten el interés comentado. Destacan, especialmente, los personajes orientales, interpretados por un ambiguo Ken Watanabe, una arrolladora Gong Li y sobre todo por Chow Yun-Fat, que seduce y finalmente devora la cámara. Por el lado contrario, cabe mencionar que John Cusack es incapaz de dotar de cinismo y claroscuros al personaje principal de la película.

También juega en contra de la película el hecho de que resulte demasiado obvia su referencia en Casablanca. Al igual que aquella, contiene ambientación en un país exótico durante el final de la Segunda Guerra Mundial, el idealismo romántico, los héroes movidos por el corazón, las intrigas y diálogos con dobles sentidos y cinismo. Pero  no tiene nada de lo que realmente ha colocado el clásico de Curtiz en el Olimpo cinematográfico. En Shanghai no hay magia, ni vida; no involucra al espectador en la historia como si fuera suya. En definitiva, es excesivamente palpable su artificialidad.

Por lo tanto, se puede decir que esta previsible película, hecha a imitación de gran producción -con un potente reparto y con el sello de los Weinstein- pero rodada sin apenas ningún tipo de ambición artística, funciona en parte por cierto encanto en su trama y en algunos de sus personajes. Tan correcta como olvidable.

Jorge Marugán

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