Por Paulo Campos
Continúa Valladolid entregada al Festival, lo digo porque la idea de que todos los teatros de la ciudad programen películas y te “obliguen” a pasear por la ciudad me sigue pareciendo muy acertada y positiva. Los más lejanos son los multicines Broadway que están a 15 minutos andando del resto de las sedes. Es donde se proyectan secciones paralelas como 'La década prodigiosa', dedicada al indie USA o `Spanish cinema', donde se han podido ver, entre otras Entre dos aguas (qué gran película de verdad), la estupenda Yuli y Tiempo después, que puedo presumir de verla sentado justo delante del Maestro Cuerda y de Manolo Solo.
Ya sabéis que me gusta contaros cositas que pasan en los festivales. Pues bien, la anécdota de hoy es la de una proyección que después de 20 minutos de película la organización se da cuenta que los subtítulos están los dos en español y deciden parar la proyección, sale al escenario una mujer para anunciar y disculparse del error y dice que se proyectará la copia buena, pero que habrá que empezar de nuevo. Vamos, no terminó ni esa frase cuando el motín de Alcatraz se quedó corto al lado de la que formaron varios espectadores. Entre ellos se alzó una voz, tintineante, estridente y amenazante, sí, era, como no, Pumares a voz en grito de “que les envíen un dvd al jurado o una sesión privada, habrase visto”. Por supuesto la pobre mujer, bajó, y tardó menos de un minuto en decir que lo que decía Pumares era lo que valía, que para eso le había salvado la vida el FIBERGRAN. Bueno, esto no, pero lo añado yo porque es lo que todos pensábamos. Y así transcurre la vida del Festival, entre películas y protestas de Pumares.


Siguiendo con la parte positivísima, a pocos aquí nos extrañaría que la Espiga de este año fuese para Dinamarca con la película Den Skyldige (The Guilty), sorprendente debut en la dirección de Gustav Möller que reduce su escenario a un call center de la policía donde un agente degradado a ese espacio debe lidiar con un caso sólo con la ayuda del teléfono. No vemos lo que pasa fuera, sólo escuchamos las voces al otro lado de la línea telefónica, sólo tenemos a un actor como la copa de un pino que es Jakob Cedergren y nuestra imaginación para poner caras, decorados y acciones a lo que escuchamos. Brutal, de lo mejor que se vio esta semana y muy aplaudida en la platea por los siempre apáticos periodistas.

Pues esta es mi segunda crónica, llego con ella al ecuador del Festival, habrá una tercera con el resto de las pelis y seguramente con más cosas de Pumares y demás compañía, o como le escuché decir a él unas 38 veces esta semana “la prensa canallesca”, que es para darle de comer aparte. Saludiños
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