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sábado, 27 de octubre de 2018

Crónicas: Seminci 2018 (II)


Por Paulo Campos


Continúa Valladolid entregada al Festival, lo digo porque la idea de que todos los teatros de la ciudad programen películas y te “obliguen” a pasear por la ciudad me sigue pareciendo muy acertada y positiva. Los más lejanos son los multicines Broadway que están a 15 minutos andando del resto de las sedes. Es donde se proyectan secciones paralelas como 'La década prodigiosa', dedicada al indie USA o `Spanish cinema', donde se han podido ver, entre otras Entre dos aguas (qué gran película de verdad), la estupenda Yuli y Tiempo después, que puedo presumir de verla sentado justo delante del Maestro Cuerda y de Manolo Solo.

Ya sabéis que me gusta contaros cositas que pasan en los festivales. Pues bien, la anécdota de hoy es la de una proyección que después de 20 minutos de película la organización se da cuenta que los subtítulos están los dos en español y deciden parar la proyección, sale al escenario una mujer para anunciar y disculparse del error y dice que se proyectará la copia buena, pero que habrá que empezar de nuevo. Vamos, no terminó ni esa frase cuando el motín de Alcatraz se quedó corto al lado de la que formaron varios espectadores. Entre ellos se alzó una voz, tintineante, estridente y amenazante, sí, era, como no, Pumares a voz en grito de “que les envíen un dvd al jurado o una sesión privada, habrase visto”. Por supuesto la pobre mujer, bajó, y tardó menos de un minuto en decir que lo que decía Pumares era lo que valía, que para eso le había salvado la vida el FIBERGRAN. Bueno, esto no, pero lo añado yo porque es lo que todos pensábamos. Y así transcurre la vida del Festival, entre películas y protestas de Pumares.

Entre medias de los shows gratuitos la sección oficial va quedando apañadita y con una calidad media aceptable, como es la única peli americana a concurso: The Miseducation of Cameron Post, que triunfó en Sundance y que sigue sin distribución en España. Es un peli pequeñita -como mandan los cánones del indie USA-, con sus virtudes y defectos, sobre una muchacha recluida en un campamento cristiano para sacarle la homosexualidad del cuerpo y la mente. Se ve estupendamente, aun sabiéndotela de memoria: música, adolescentes resabiados y guión potente. Hasta Chloé Grace Moretz está bastante correcta, demostrando que necesita a alguien que la dirija para creerse actriz.

Quizá la película con más caché de todas las que se presentaban en la Seminci era Dogman de Matteo Garrone, que venía precedida de las buenas críticas de Cannes (algunas malas, es verdad) y confirmó como una recuperación del italiano que nos presenta a un “filusmías” (¿Esta palabra no es sólo de mi familia, no?) en una zona deprimida italiana que vivirá en sus carnes cómo se las gasta y se las hay que gastar con la peñuza de esos lares. Es un puñetazo brutal al estómago en todos los sentidos, genial dirigida y con un guión sin fisuras, pero donde Marcello Fonte hace una interpretación soberbia que merece el premio de Cannes y el de cualquier sitio donde se pase la película. Os la recomiendo encarecidamente, a menos que vayáis a viajar a Nápoles en breve tiempo.

Siguiendo con la parte positivísima, a pocos aquí nos extrañaría que la Espiga de este año fuese para Dinamarca con la película Den Skyldige (The Guilty), sorprendente debut en la dirección de Gustav Möller que reduce su escenario a un call center de la policía donde un agente degradado a ese espacio debe lidiar con un caso sólo con la ayuda del teléfono. No vemos lo que pasa fuera, sólo escuchamos las voces al otro lado de la línea telefónica, sólo tenemos a un actor como la copa de un pino que es Jakob Cedergren y nuestra imaginación para poner caras, decorados y acciones a lo que escuchamos. Brutal, de lo mejor que se vio esta semana y muy aplaudida en la platea por los siempre apáticos periodistas.

Menos entusiasmo levantó la otra película española a concurso, después de la decepción de Tu hijo inaugurando el certamen. En este caso es Jaulas, la ópera prima del sevillano Nicolás Pacheco, concebida como una cinta social pero con un realismo casi mágico, atemporal, de la historia de dos mujeres que quieren huir, pero que las jaulas de la vida se lo impiden, sí, muy sutil no es, y la escena final no ayuda nada a que deje de serlo. A ver, no ha gustado, aunque tiene sus cositas, para mí una dirección artística muy chula, original y, en esto creo que me quedo solo, la historia del chico rumano con Antonio Dechent me parece mucho más interesante y visible que la historia principal. Una pena porque los actores dan lo que tienen pero aun así no llega al nivel exigido a este festival.

Pues esta es mi segunda crónica, llego con ella al ecuador del Festival, habrá una tercera con el resto de las pelis y seguramente con más cosas de Pumares y demás compañía, o como le escuché decir a él unas 38 veces esta semana “la prensa canallesca”, que es para darle de comer aparte. Saludiños

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