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viernes, 9 de mayo de 2014

Atlántida Film Fest: L'étrange couleur des larmes de ton corps

8/10
L'étrange couleur des larmes de ton corps (Bélgica-Francia-Luxemburgo, 2013).
Dirección y guiónHélène Cattet, Bruno Forzani.
Intérpretes: Klaus Tange, Ursula Bedena, Joe Koener, Birgit Yew, Hans de Munter.
Fotografia: Manuel Dacosse.
Montaje: Berbard Beets.
Idioma: Francés, danés, flamenco.
Duración: 102 minutos


Carne y metal

Por Manuel Barrero Iglesias


En más de una ocasión hemos hablado de la dificultad cada vez mayor que tienen los cineastas para ofrecernos obras con personalidad propia. Algo que resulta mucho más evidente en un género como el cine de terror, que se dedica a masacrar sin pudor los modelos que han tenido éxito. Pero no todo está perdido, de vez en cuando surge gente que intenta estimular nuestra mente con filmes que tratan ir más allá de la mera repetición de esquemas vistos una y otra vez.

La irrupción de Hélène Cattet y Bruno Forzani en 2009 supuso un verdadero soplo de aire fresco dentro de la anquilosada tendencia del género. Es cierto que los directores franceses parten también de modelos evidentes, pero lo que diferencia su cine es ese proceso de la relectura y posterior reinterpetación de los clásicos, en lugar de limitarse a plagiar. Tomando el giallo como punto de partida, los autores son capaces de crear su propio universo. Una autoría presente ya desde su primer cortometraje (Chambre jaune, 2002) y que eclosionó con Amer, una ópera prima rompedora.

L'étrange couleur des larmes de ton corps supone otro paso en la obra de unos autores que pretenden llevar el terror hacia su lado más sensorial. Aunque en este trabajo el hilo argumental es algo más visible, sigue ocupando un papel secundario en el relato. La película se construye a través de sus imágenes y sus sonidos. Especial relevancia tiene este aspecto, con el que los directores juegan continuamente para crear desconcierto en un espectador que se siente incómodo y violentado.

Pero no solo es fundamental el uso de los efectos sonoros, también la elección musical -y la combinación que de ella se hace- es clave en el entramado que proponen Cattet & Forzani. Ellos, al igual que otro gran reciclador como Tarantino, usan temas pretéritos de Morricone. Aunque sus intereses no anden por el western y sí por el drama erótico de Maddalena (Jerry Kawalerowicz, 1971). No es el único tema de un film sobre esta temática, sonando también alguno de Emanuelle alrededor del mundo (Joe D'Amato, 1977). Y siempre sin salir del cine italiano de los 70 podemos encontrar música de filmes de terror como La tarántula del vientre negro (Paolo Cavara, 1971) o La monja homicida (Giulio Berruti, 1979).

Sexo y muerte, dos temas omnipresentes en el giallo y, como no, también en el cine de Cattet-Forzani. La sensualidad de los cuerpos se mezcla con el contacto escalofriante del metal o el cristal. Los primeros planos de ojos interpelen directamente al espectador, que es objeto y sujeto a la vez. Resuenan ecos de Lynch que nos conectan con nuestros miedos más primarios, con nuestros terrores más profundos.

La película se cuela entre angustiosos recovecos espacio-temporales que nos llevan a lo más oculto de nuestra propia mente. Un trabajo para entregarse a él con los sentidos, para pasar a través de esas puertas que continuamente se abren buscando nuevas dimensiones. Una muestra de que otro cine de terror es posible.


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