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jueves, 28 de agosto de 2014

Una cita para el verano

6/10
Jack Goes Boating (USA, 2010).
DirecciónPhilip Seymour Hoffman.
IntérpretesPhilip Seymour Hoffman, Amy Ryan, John Ortiz, Daphne Rubin-Vega, Salvatore Inzerillo.
Guión: Robert Glaudini, sobre su obra.
Música original: Grizzly Bear, Evan Lurie.
Fotografía: W. Mott Hupfel III.
Montaje: Brian A. Kates.
Idioma: Inglés.
Duración: 91 minutos.

El amor tranquilo


Por Manuel Barrero Iglesias

El año pasado pudimos ver Sobran las palabras (Nicole Holofcener, 2013), una modesta película de espíritu indie que mostraba la relación entre dos adultos sin demasiada suerte en sus romances. La película, que pasará a la historia por ser uno de los últimos papeles de James Gandolfini, mostraba con buen gusto cómo es el amor en la madurez. La pasión propia de la juventud queda en segundo plano, y es la búsqueda de un confidente lo que prima.


Las curiosidades de la distribución hacen que en España podamos ver Una cita para el verano un año más tarde, cuando realmente está realizada tres años antes. Las similitudes que guardan ambas cintas no son pocas, empezando por ese tipo de relación afable entre dos personas ya maduras. Los dos filmes tienen hecho luctuoso que los hacen especiales (en este caso, la única película dirigida por Philip Seymour Hoffman). Y lo más llamativo, los dos protagonistas masculinos son personajes que compensan sus problemas de sobrepeso con bondad.
Amy Ryan es la partenaire perfecta para esta historia de soledades que se encuentran, para las que el sexo deja de ser el primer gran ingrediente que domina la relación. Resulta entrañable apreciar como ambos prefieren cimentar su relación en otros elementos. Intuimos que han sido heridos a lo largo de sus vidas, y podemos adivinar el porqué toman tantas precauciones a la hora de afrontar el romance. El guión de Galudini tiene la virtud de dejar espacio libre para la imaginación del espectador.

La película introduce un elemento más, con la pareja amiga, que representa otro tipo de relación distinta. Una de larga duración en la que el desgaste ha hecho mella, deslices incluidos. Podemos observar la ridiculez de ese punto de vista machista del hombre que ve normal sus escarceos, siendo incapaz de encajar los de su esposa.  

Una cita para el verano es una doble reflexión sobre el amor, y las distintas formas que puede tomar. Un sentimiento que puede ser vivido de una y mil maneras, que puede ser sanador o corrupto. Seymour Hoffman trabaja la puesta en escena desde la invisibilidad, dando su lugar a los actores, y consiguiendo que las excentricidades del guión en la parte final no se salgan demasiado del tono.




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