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jueves, 6 de agosto de 2015

Críticas: Ant-Man

7/10
Ant-Man (USA, 2015)
Dirección: Peyton Reed.
Intérpretes: Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Bobby Cannavale, Anthony Mackie, Matt Gerald, Judy Greer.
Guión: Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay, Paul Rudd; sobre los comics de Stan Lee, Jack Kirby, Larry Lieber.
Música original: Christophe Beck.
Fotografía: Russell Carpenter.
Montaje: Dan Lebental, Colby Parker Jr..
Idioma: Inglés.
Duración: 117 minutos.


Algo pequeñito

Por Alberto Gallardo

Con la excepción de la muy lúdica Guardianes de la Galaxia, la escalada de las producciones cinematográficas con sello Marvel hacia la grandilocuencia destructiva y el héroe de gesto adusto, amenazaba con dejar en la cuneta los innegables logros de las fundacionales Spider-Man de Sam Raimi y X-Men de Bryan Singer, obras que aunaban con éxito el gran espectáculo y la ligereza argumental, y que enganchaban sin necesidad de amenazar a la audiencia con una apocalíptica tragedia.

Sin la necesidad de rendir pleitesía al fanático de Comic-Con que parecen sentir Whedon y esos fieles e inocuos discípulos que los grandes magnates han colocado al mando de las últimas secuelas superheroicas, Peyton Reed recupera con Ant-Man el oxígeno que empezaba a faltarle al espectador no converso a la mitología marveliana, esto es, el sentido del humor. Lo hace, eso sí, de la mano de Edgar Wright en el guion, que desde la mera escritura es capaz de marcar su sello de estilo incluso en una megaproducción de 130 millones de dólares. Y eso se agradece.
Así las cosas y apostando por un enfoque de evasión pura y dura en el guion, alejado de grandilocuencias, Ant-Man desecha el origen divino de Thor, la torturada psicología de Hulk o la extravagancia del petulante multimillonario Iron Man para recuperar el perfil bajo del perdedor convertido en héroe a la fuerza, en este caso un exconvicto divorciado que es reclutado por un científico para evitar que un ambicioso rival desencadene una amenaza para la seguridad ciudadana con la venta de una jugosa fórmula potencialmente letal.

Si bien era esperable que Paul Rudd resulte más que adecuado para el perfil cómico de este héroe en miniatura, la sorpresa la protagoniza un recuperado Michael Douglas, mucho más implicado y convincente de lo que cabría esperar en la piel del doctor Hank Pym. En un par de trazos rápidos y sin necesidad de flashbacks ni voces en off, Wright logra ponernos de lado de su imperfecto héroe e implicarnos en su lucha familiar y aventurera. El carisma de Rudd y su química con Douglas hacen el resto.
Las sorpresas positivas alcanzan también el apartado técnico. Lejos del estruendoso y avasallador despliegue de efectos (no del todo justificable) que inundaban las dos entregas de Los Vengadores, Ant-Man apuesta por la originalidad frente a la destrucción masiva. Como muestra, la brillantísima secuencia del protagonista miniaturizado por primera vez en la bañera o el virtuoso (y divertidísimo) clímax final en la locomotora, que recuperan el encanto de poner los efectos al servicio de una historia y no al contrario.

En definitiva Ant-Man es el antídoto perfecto para los alérgicos a la amenazante plaga de superhéroes anabolizados, cuya épica comenzaba a estar tan hinchada como los biceps de sus sufridos protagonistas. Un divertimento de primera clase, con las dosis justas de ironía y autoparodia para convencer incluso a los espectadores con hambre de aventuras más reticentes al universo Marvel.



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