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domingo, 1 de septiembre de 2019

Crónicas: Venecia 2019 (IV)


Por Paulo Campos


Bofetada de las de mano abierta hoy para los que se las dan de listillos en el mundo de la crítica. Los que defienden a capa y espada que los festivales de cine deben traer cine con plano fijo sobre la vida de un granjero de Botswana, con planos de cámara quieta de al menos 15 minutos. Fueron los primeros que ayer hacían cola para ver una superproducción de una major, una película de superhéroes, una película que va directa al gran público. Y aquí estábamos, formando la cola más grande de las que se han visto este año en el Lido. Espero que sirva de lección, porque así como en el cine cabemos todos (bueno, menos los que miran el móvil, eso que se vayan, o los que hablan sin parar, esos fuera, o los que golpean repetidamente la butaca de delante, esos a la hoguera con ellos, ¡ah! Y los papás que llevan a ver a sus hijos “las de dibujitos” sin importarles que les están pagando una entrada para Akira,...), pues en un Festival como este queda demostrado que caben todas las películas. Ahora habrá que convencer a un jurado con más gafas de pasta que una fábrica de Afflelou.



Joker (Todd Phillips. Estados Unidos, 2019)
Sección Oficial

Desde el anuncio hace casi un mes de todas las películas que conformarían el Festival todos teníamos marcado con fluorescente verde el sábado 31 por la mañana. Se estrenaba en la Darsena la película más publicitada y eje central, se quiera o no, de esta edición de Venecia. Cuando lo hizo, los aplausos en sala (que no os creáis todo lo que dicen de gente levantándose en pie, aplausos y vítores, porque los pases de prensa no indican eso para nada, algunos están más preocupados en pillar la mochila rápido para ir a hacer cola para la siguiente que en dedicarle un momento para mostrar su opinión) fueron mayores que en otras películas y eso es indicativo de que si el recibimiento a una película de estas características era este es por que había molado, mucho. Muchísimo.

Lo que nos trae Todd Phillips es una explicación más que una reinvención. Un punto de partida por el que el personaje del Joker es quién es, cómo ha llegado una persona con ese trastorno mental evidente a encabezar una revolución en una ciudad que es el mundo actual lleno de violencia, intransigencia, insolidaridad, y con un profundo desprecio por la vida de los demás. El eje central de la película es ir encadenando para converger en una sola vía los trenes que hacen que la vida de Arthur Fleck le lleve a convertirse en el antihéroe que todos conocemos. La dificultad que conllevaba era cómo humanizar, si es que es posible, una figura tan repulsiva en su moral como el Joker, y no se puede hacer mejor que lo ha hecho Phillips. Con un guión oscuro, sin concesiones y con una puesta en escena lo suficientemente de cómic para no perder su esencia, y al mismo tiempo con una oscuridad, furia y suciedad patentes en cada plano. Es un proyecto hecho desde la fe en lo que se hace, en la necesidad explicativa de tantos porqués que no puede dar más en el clavo.

Él. Phoenix, es el eje fundamental de esta historia. Su interpretación del Joker queda ya fuera de todas las comparaciones posibles, ni imita a nadie ni crea novedad, es simplemente la visión que él mismo hace de un enfermo metal que deriva en un inesperado referente. No siente compasión por su personaje, no nos incluye en ninguna ONG moral para arropar a este ser malvado, desviado y cruel porque no es necesario, ni queremos compadecerle ni, por supuesto, ser como él. ¿Quién ha dicho que los superhéroes tengan que ser un espejo mejorado de nosotros? También existe la otra cara de ese espejo que al que ninguno de nosotros deberíamos asomarnos. Así pues, el bueno de Joaquin da toda una lección de personaje y de interpretación. Una de esas que marcan una carrera para el gran público. La interpretación de su vida. Incluso deja de comparsa, de lujo, al resto de actores. NO es una peli para secundarios, por mucho que DeNiro deje ver que es mucho más que un recaudador de dinero por papeles mierderos

Por lo demás habrá que ver si el jurado va por el camino que ha abierto la selección de esta película para un festival, la crítica lo acogerá de buen grado y aún mejor el público, que de la luz de los vengadores debe de bajar a los infiernos para ver que los villanos también son atractivos de conocer.

Adults in the Room (Costa-Gavras. Francia-Grecia, 2019)
Sección Oficial

Llegaba a Venecia con la etiqueta de fuera de concurso y con un premio a la carrera del director en esta edición. No sé, no parecía muy buen augurio de cara a lo que nos iba a contar. En pocas palabras, la historia de Varoufakis como Ministro del nuevo gobierno de izquierdas griego, Syriza; claro, que debe presentarse ante los que mandan en Europa para decidir entre todos qué hacer con el país, al borde de la quiebra económica y con una deuda que pagar. Los tejemanejes de la política están más claros que nunca, como en Europa se juega con las vidas de los ciudadanos como si fueran acciones de Ferrovial, de cómo los ideales, la lealtad con el votante y la propia democracia actual nada puede hacer contra el dinero, los mercados y de cómo en una cena en una casa con cinco personas (casualmente todo hombres mientras la cocinera es ella, la que pone más sentido a todo esto) pueden decidir entre vinos abundantes el futuro, el destino de todos los ciudadanos de una país que sirve de experimento en vaya usted a saber que tesis económica.

Conociendo al director griego a nadie se le escapa que iba a ser una película militante, de izquierdas, defendiendo al hombre que puso Grecia en el disparadero tanto económico como periodístico, de cómo los poderes económicos cada vez buscan más aliados en la prensa vendida a ellos para, a base de noticias tendenciosas, provocar la opinión que ellos quieren sobre cualquier tema. Aquí, claramente, el "Grecia nos roba" al resto de los ciudadanos de esa Unión Europea, más desunida que nunca. La película que se basa en los escritos del propio Varoufakis no renuncia a aupar casi a héroe al economista y dejar en una posición de vendido a Tsiripas (¿es que hay otro final?) y tira a esquematizar las personalidades en pos de la reconstrucción de situaciones. Aún así, le salva el sentido del humor con el que toma las reuniones de altos vuelos, poco mejores que las de vecinos de un portal de extrarradio. Se pierde a veces en su teatralidad, pero acierta en el momento y en la denuncia que a todos nos debe hacer reflexionar sobre cómo creemos lo que quieren y lo que nos gusta que nos regalen el oído con lo que queremos oír. Necesaria y divertida, sin renunciar algo a la espesura de nombres y nombres. Pero vamos, que la verán tres personas en España.


Bik Eneich – Un Fils (Mehdi M. Barsaoui. Túnez-Francia-Líbano-Qatar, 2019)
Orizzonti

Orizzonti es una sección estupenda, porque a pesar de que a veces la calidad es justita en algunas películas, permite disfrutar de la actualidad cinematográfica de muchos países y apreciar cómo evoluciona en ellos el cine, o se queda encallado, en muchos casos. Cinematografías como la francesa, italiana o española, muy accesibles de cara a mercados se mezclan en igualdad de condiciones con las de Túnez, Arabia Saudí o Filipinas, comprobando cómo el lenguaje del cine es universal y global. Tras este inicio que parece sacado de un Coelho cualquiera, hablo de una película tunecina, la segunda que veo este año, que ha levantado a los espectadores de sus butacas a aplaudir al final de la sesión. Vale que a los pases que suelo ir en esta sección sean con público y con los responsables en la sala. Y claro, el aplauso, por mucho que sea una bazofia, lo tienes asegurado. Aunque que esta vez fue más grande que en otras ocasiones.

¿Es para tanto? La verdad es que no, es una buena película, de hecho es el prototipo de películas que suelen ganar la sección, pero eso no quita para que le vea muchos desconchones y muy lejos de ser una película redonda, pero no por ello dejo de estimarla y recomendarla. La historia comienza con un atentado en el que se ven implicados de casualidad un matrimonio y su hijo, el resultado es que el vástago es alcanzado por una bala y se determina que para salvar su vida necesita un trasplante, es allí cuando empiezan a aflorar secretos y el desmoronamiento de un matrimonio. El director, un valiente, sin duda, se atreve a cargar contra la religión (eso sí, muy de pasada), las leyes arcaicas y el tráfico de personas. Quizá demasiados charcos para dejarlo todo en la segunda parte de la película, que es la que deslabaza un poco la historia, pero entre las buenas interpretaciones de la pareja protagonista y la valentía de afrontar temas candentes para el global de la humanidad la hacen una de las que hay que tener en cuenta para el palmarés final.


Mes jours de gloire (Antoine de Bary. Francia, 2019)
Orizzonti

La comedia no es un género muy presente en los festivales y cuando se cuela alguna en una sección importante se agradece, porque aparece como un Listerine para después de unos callos con garbanzos. Así apareció para regocijo del personal este ligera comedia muy francesa, con bastantes ecos de Woody Allen, donde el personaje principal masculino sufre de todos los percances, complejos, miserias y situaciones desgraciadas posibles. El argumento es más complejo de lo que parece, un actor infantil en horas bajas, no sólo laborales, trata de resolver con encanto, picaresca y mucha jeta todos los problemas a los que se enfrenta hasta que la montaña es demasiado alta.

Vicent Lacoste, actor ya consolidado en el cine francés y muy conocido tras su Plaire, aimer et courir vite, aporta empatía, resolución y carisma a un personaje que, vamos, a mí me caería de puta pena desde el principio, pero que hace que me interese por sus peripecias -más setenteras que otra cosa-, aunque que las identifico, las río y hasta puedo comprender su manera de llevarlas a cabo.

No da mucho más que una gran interpretación, que debería ser una de las posibles premiadas en su categoría, de un actor con una vis cómica estupenda y con gran futuro. Eso sí, criticar algunas licencias del director, que se abandona a la sencillez mal entendida para crear otros personajes y situaciones, pero acierta en mostrar desesperación, depresión y ansias de cambio a situaciones que en otras ocasiones proclamarían por perpetuar en pantalla.


Wasp Network (Olivier Assayas. Francia-España-Bélgica-Brasil, 2019)
Sección Oficial

La broma de la sección oficial, después de verla estoy todavía decidiendo si es una comedia, un drama o una telenovela. Como comprenderéis esto no es muy bueno para una película que parte de la historia verdadera de unos agentes de la inteligencia cubana que, apostados en Miami, tratan de infiltrarse en redes anticastristas. Hasta aquí lo bueno, porque el circo que se esperaba que fuera, con tamaño plantel del actores se confirma y es fino. Penélope Cruz, Edgar Ramírez, Gael García Bernal, Wagner Moura, Ana de Armas, Leonardo Sbaraglia,... todos ellos haciendo de cubanos hacen que uno no sepa si en realidad saben ellos mismos en qué clase de película están.

El espectador se queda como mirando y tratando de averiguar qué clase de tono tiene esta película, si es que tiene alguno, de por qué Assayas parece que estuvo de vacaciones en Miami y se dedicó a mirar hacia otro lado cuando se reunían sus actores. Y, sobre todo, la necesidad de demostrar que una gran director como él tiene que saber donde están los límites del sentido común.

Edgar Ramírez en una de espías, Penélope Cruz en una chanante versión cubana de Raimunda, Gael García Bernal en un biopic político, Leonardo Sbaraglia en una imitación de un cubano amigo y Ana de Armas en el culebrón venezonalo de las tres de la tarde. Ni siquiera ayudan los exteriores ni La Habana, que mira que es fotogénica. Además el adelanto de años, vuelta para atrás y venga atrás y adelante, hace que lo que más me llame la atención es que en 1990 Ana de Armas, lista como ella sola, ya le diga a su marido que quiere se sea su Kevin Costner de ella Whitney Houston. Mira si es lista que se lo dice, según entiendo por los putos cartelitos, dos años antes de que se estrene el film. Y en este pensamiento me quedé media película, porque era más interesante que la parodia guiñolesca que me estaban contando.

Mañana viene Jude Law a vestirse del Papa en al segunda temporada de su serie y estrena Soderbergh su The Laundromat con Meryl Streep, de la que tampoco sabemos mucho que esperarnos. Mientras tanto miráos el trailer del Joker para que se haga menos dura la espera en salas.  

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