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sábado, 31 de agosto de 2019

Crónicas: Venecia 2019 (III)


Por Paulo Campos


Si fuera uno de esos críticos veteranos de los que tanto me gusta hablar estaría a estas horas protestando por todo lo relacionado con el festival. Pero como pertenezco a la nueva ola de críticos, esos a los que nadie hace caso de nada, pues diré que para mí es un auténtico privilegio pasearme por unos cines espléndidos, con un ambiente de cine genial y conociendo cines de otras culturas que en mi casiña jamás tendría la oportunidad. Soy consciente de que muchas de las personas que leen, se informan, se preocupan y hacen del cine un modo de vida les gustaría tener la oportunidad de vivir lo que yo vivo y es por ellos, y por respeto a mí mismo, que soy una de esas personas que lo que intento transmitir en todas mis crónicas es el honor que me produce estar por aquí.

Introducciones épicas aparte, llega el Festival a su tercera jornada. Mucha, mucha gente por el Lido, se acerca el fin de semana y la población aumenta y más que nada porque el sábado se proyecta Joker, y vamos, que no me extrañaría ver la cola desde hoy. Pero eso será otro día, porque hoy es el cara a cara más esperado. Polanski estrena, no sé si a este país puede venir sin que lo detengan para soltarlo a los diez minutos, esto es Italia, no creo, ¿no? Sabemos que Lucrecia Martel verá la peli con el populacho periodístico, pero vamos, nada que no haya hecho el pasado año todo el Jurado, porque os recuerdo que diez minutos más y pido matrimonio a Naomi Watts hace justo un año. También vendrá Kristen Stewart para ser Seberg, y supongo deslumbrar en una alfombra roja en la que los fans ya se apuestan a eso de las 7 de la mañana para esperar 12 horas por un autógrafo (luego yo soy el friki).


Il sindaco del Rione Sanità (Mario Martone. Italia, 2019)
Sección Oficial

Amo el teatro, crecí con el teatro, tuve un grupo de teatro, incluso he ido alguna vez al circo, al fútbol y veía la lucha libre. Es decir, muchos tipos de ficción han supuesto parte de mis visionados vitales. Por eso, cuando voy al teatro quiero ver teatro y cuando voy al cine, pues una película. Eso es lo que no me da esta primera peli italiana de sección oficial, porque no es más que teatro filmado sin rubor alguno. Creo que a estas alturas del cine, cuando ya tiene más de 125 años, ha habido ejemplos de que un texto teatral puede llevarse a pantalla sin que parezca que has puesto una cámara delante de un escenario y salen los actores. Venga, por 25 pesetas, películas que adaptan teatro que de verdad son películas. Como, por ejemplo, Doce hombres sin piedad. Un, dos, tres, responda otra vez. Desde luego si has dicho el título de esta película ha sonado la campana muy muy fuerte.

La historia no es mala, es la de un jefe de la mafia napolitana que controla una de las zonas de la ciudad. En un día atiende a su familia, a sus negocios, a sus amigos, a sus enemigos y habla mucho, mucho y moviendo mucho las manos para indicar que es italiano y sureño. Vamos, que poco puede aportar más que un humor demasiado localista que cuesta seguir si eres foráneo. Me pregunto por qué el cine italiano que se exhibe en Venecia es tan flojeras. Entiendo que prefieran Cannes. Bueno, no. No lo entiendo, pero es que son los restos de los restos los que se pasan en el Festival. No me quiero acordar del Capri-Revolution del año pasado que aún me sonrojo.

En fin, que una peli que está en la sección oficial por ser de donde es, y vale, en general los actores están correctos, sobre todo Francesco Di Leva. Pero vamos, que no da para mucho más. De momento la más justita de la oficial.

J'accuse (Roman Polanski. Francia-Italia, 2019)
Sección Oficial

El artículo que Emile Zola escribió acusando al ejército y al gobierno francés de tapar la verdad en el Caso Dreyfuss, sirve de base para ver la visión que Polanski tiene de aquellos tiempos de finales del XIX; donde el ser judío tampoco era mucho mejor que unos años antes ni unos años después. Llegaba la peli de Polanski con el morbo que había levantado la Presidenta del Jurado el día de su presentación, cuando aseguró que no iría a la gala de la película para evitar aplaudir en pie al director polaco. Había como unas ganas de vendetta cinematográfica con el pase de la película. Los aplausos finales se pueden entender más como una reivindicación del Polanski director que de méritos intrínsecos a la propia película. La historia es buena, no en vano las cloacas del poder y sus tejemanejes están más de actualidad hoy en día que cuando se produjo el verdadero caso Dreyfuss, y Polanski maneja bien esa dualidad de realidades donde la lealtad y la verdad son valores prescindibles en cuanto a clases gobernantes se refiere. En este plano, todo alabanzas para la película.

Los pasos atrás vienen en la ejecución, quizá demasiado referenciada en los ochenta, con ese estilo tan poco personal de la épica. Me da igual que lo utilice Attenborugh para contarme a Gandhi o Mihaylov para presentarme al Barbero de Siberia. Mucho cartón en varios sentidos, el primero en decorados y esos trajes que se ven absolutamente nuevos, ni una arruguita, que te hacen envidiar las planchas de finales del siglo XIX. La música que entra cuando tiene que entrar, y esperas que entre, tampoco ayuda a olvidar ese aroma a cartoné.

Martel va a tener excusa de no tener que ver cómo se le aplaude a Roman Polanski al recoger premios, porque no los merece. Pero ojo, es una película que merece ser vista, reflexionada y compartida por muchos de los que se abanderan de argumentos con la verdad por delante olvidado los grises de un mundo cada vez más gris.

Creo que no me es posible repetir más veces Polanski en este artículo. Pero es que, no viniendo, ya es la estrella de este Festival número 76. Polaaaaaaanskiiiiiiii (póngase tono chanante)

Seberg (Benedict Andrews. Estados Unidos, 2019)
Sección Oficial-Fuera de concurso

Jean Seberg fue una de las actrices más castigadas por la política norteamericana de destrozar carreras y vidas de aquellos a los que, por el motivo que fuera, consideraba subversivos. Esto fue a finales de los años 60, pero vamos, que a la derecha española le gustaría que siguiera funcionando así. El acercamiento que hace el director a una historia tan jugosa no puede ser más torpe, con el recurso del agente del FBI que va poniendo cara cada vez más lánguida cuando mira a su “víctima” para redimirse de su trabajo en un momento dado sin mayor explicación, lo vimos en varios sitios. Sobre todo en telefilmazos, a los que parece que pretende imitar. Ni la decidida interpretación de Kristen Stewart, que tampoco está tan bien como ella misma se cree, consigue levantar la película, que se pasaba fuera de concurso y entendemos ahora el porqué. Diría más cosas, pero desde luego Jean Seberg merece mucho más que este biopic de mercadillo que se han marcado, y justo en el día del 40 aniversario de su muerte. Ya es que ni dejan a uno descansar en paz.

Lo que más me llama la atención es que Andrews no es un novato. De hecho, ha realizado un par de películas, una de ellas para televisión (no me diiiigaasssss) y la otra es Una, por la que Rooney Mara sonó durante cinco minutos como posible nominada a no sé qué. Y desde luego no aprovecha el caramelo que podría haber sido un tema tan bueno y una actriz tan buena. El pobre Jack O'Connell está deseando que alguien le dé un buen papel en una buena peli.


Qiqiu (Pema Tseden. China, 2019)
Orizzonti

Pronúnciese “chichio” como las "mamas", llega la que no puede faltar en un festival, una película asiática, contemplativa, con planos largos y con personajes que parecen sacados de documentales del Rider Digest. El cine tibetano encontró en este actor llamado Jinpa un filón a la hora de construir personajes rudos, rurales -en una palabra, cañí- más gañanes que limpiarse el culo con lana, y de cómo estos se relacionan con su entorno, con su cultura y con la familia, casi por ese orden.

En esta ocasión resumir esta película es desvelar todo, pero he de decir que la trama que luego se desarrolla en unos quince minutos, parece una excusa para meter al espectador en las costumbres de una familia de cabreros, rural y poco dados a las relaciones externas. De allí mezclado con el humor de los “globos” del título, que no son más que unos condones distribuidos por el gobierno para controlar la natalidad; pues te da una película curiosa de ver, parsimoniosa y durilla de aguantar en algunos tramos. No por lo que se ve, sino porque no avanza. Pero vamos, lo que viene siendo cine asiático de festival.

El resultado es una película que se ve, que pude rascar algo en el palmarés de Orizzonti, porque siempre lo hacen, pero quizá un escalón por debajo de otras muestras recientes, como la misma Jimpa del año pasado, que curiosamente no era un biopic del actor.


Madre (Rodrigo Sorogoyen. España-Francia, 2019)
Orizzonti

No me quiero extender demasiado en la película de Sorogoyen porque desde esta página ya habrá tiempo para hacerlo, pero si quiero destacar el atronador aplauso final y los vítores hacia su actriz, una formidable Marta Nieto, con un aire en la actuación a Bárbara Lennie. La película comienza como sabemos con el corto nominado al Oscar para a continuación teletransportarnos a 10 años después para en un giro brutal ofrecernos una temática que nadie espera. Sólo puedo decir que hay una playa, un chico delgadito y con el pelo rizado y alguien que no está muy allá psicológicamente.

Sorogoyen, eso sí, vuelve a pecar de estilo y muchas veces los fuegos artificiales se quedan en meras bombas de palenque, pero ya digo, habrá tiempo de hablar de Madre, habrá.

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