Social Icons

sábado, 2 de julio de 2016

Entrevistas. Catherine Corsini

"Estamos ante una regresión y hay que estar muy vigilante"


Con Un amor de verano la directora francesa Catherine Corsini rinde homenaje a aquellas mujeres que lucharon en los años 70 por sus derechos, haciendo un feminismo militante en esa búsqueda eterna por la igualdad. El film se centra en la historia de amor entre una joven campesina que lleva poco en París y una activista que hasta entonces vivía en la heterosexualidad. Un film contando con enorme buen gusto y mucha sensibilidad, con un trabajo portentoso de sus dos protagonistas: Izïa Higelin y Cécile De France. Pudimos hablar con la directora, que presentó el film en Madrid.

Por Manuel Barrero Iglesias


-Como en Partir, esta es otra película sobre un amor imposible, ¿tiene predilección por este tipo de historias?
Es curioso, mi siguiente película es la adaptación de una novela que se llama 'Un amor imposible'. Pero donde partir era una tragedia que acababa en muerte, aquí tenemos esperanza. Es momentáneamente imposible, pero para los dos personajes es algo que se abre. Es algo mucho más positivo que en Partir. También es verdad que me gustan los melodramas, las películas donde se sufre con los personajes. Pero aquí quería algo abierto, con energía.

-La película está ambientada hace cuarenta años, pero sus temas siguen muy vigentes. Tanto la lucha del feminismo, como los derechos de los homsexuales. No sé si coincide conmigo en que vivimos en una época en la que está surgiendo una especie de neomachismo que es muy peligroso y hace que esa lucha siga siendo muy necesaria.
Desde luego, han vuelto a cuestionar todo lo adquirido en los años 60-70. Hay un regreso a valores anticuados, incluso una virilidad mucho más afirmada en los hombres. Estamos ante lo que creo es una regresión, y hay que estar muy vigilante, porque hay una fractura abierta entre dos formas de ver el mundo. Con valores, a veces comunes, pero también muy diferentes. Las cosas han cambiado mucho desde los años 70, ya no están tan claras, se mezclan mucho más. Es muy complicado. Incluso en las feministas hay divergencias en temas como el velo o la prostitución. Antes estaba el estado y los valores burgueses por un lado, y los jóvenes por el otro. Hoy en día es mucho más difícil.
-El proceso de documentación fue bastante exhaustivo sobre la época, cuéntenos algo sobre ello.
Hubo una casualidad alucinante. La mujer con la que vivo también se convirtió en productora de esta película, y para mí era muy importante que la hiciéramos juntas. Hace dos o tres años, antes de la idea de la película, me regaló una caja con todas las películas de la videoartista Carole Roussopoulos, una de las primeras feministas que filmó algunos debates y manifestaciones de la época. Esta base me sirvió también para la película. Luego hablé con muchas feministas de la época, ellas me ayudaron mucho para entender el espíritu de entonces. Para mí era muy importante atrapar ese espíritu.

-Me gustaría que me hablara de la estructura del film, que va del retrato general de la época a la historia de amor particular, ¿cómo llegó a esa estructura?

Fueron varias etapas, no llegó de golpe. Mi idea básica era que se conocieran dos mundos, el de la ciudad y el del campo, y que se enfrentaran. El drama realmente llega muy tarde, porque siempre estamos con el descubrimiento del mundo, París, el pensamiento en ebullición...Para mí lo más atrevido es que pasa de escenas casi burlescas al melodrama final.

-Me gustaría saber cómo se rodaron las secuencias de sexo, ya que están hechas con muy buen gusto y naturalidad.
Cuando vi La vida de Adèle, dije: “Oh, madre mía, cómo voy a hacer esta película ahora...”. Pensé que no haría ninguna escena de amor, y así sería diferente. Pero en el rodaje me dije que tampoco me iba a prohibir rodar escenas de amor solo porque hubiera salido La vida de Adèle. A las actrices les dije al principio que iba a ser muy púdico, aunque luego no lo fue. Cécile de France se siente muy cómoda con su cuerpo, no tenía ningún problema. Sabía que en aquella época todas nos paseábamos en pelotas, era la conquista del cuerpo, con un lado hippie también. Entonces ella aportó esa libertad. Y a mí me apeteció usarlo y jugar con el hecho de que las relaciones entre mujeres podían ser alegres y vivas. Es un poco como un cuadro. Cécile me dijo que tenía la impresión de ser modelo de un pintor, haciendo referencias a Renoir o Monet, con los cuerpos de las mujeres tan sensuales y bellos en medio de la naturaleza. Fue un cumplido alucinante. Pero también fue difícil, porque Izïa Higelin sentía como si le robara algo, como si le robara el alma. Pero al final también lo hizo, y su actitud también corresponde con el personaje de la campesina que tiene barreras alrededor.
-Hay un detalle que me encanta, y es el vello en las axilas presente en ambas protagonistas.
Las chicas en los años 70 no se rasuraban ni el sexo, ni las axilas. Con las actrices no lo verifiqué, pero vi que lo habían hecho, que se habían dejado crecer el vello. A Cécile le encantó la idea.

-En la película también está presente el tema de la dualidad entre campo y ciudad, y en cierto modo me recordó a Rohmer. Sé que no lo ha nombrado entre sus referencias, pero me gustaría saber qué relación tiene usted con su cine.
Qué curioso, porque no pensé en él. Para mí es un cineasta que contó muchísimo, sobre todo en esos guiones magníficos. Me siento lejos de él, porque es alguien que domina tan bien la lengua francesa, y lo mío es un garabato. Me siento más cercana a un cine más instintivo, por ejemplo Pialat. Mucho menos de un cine tan cosntruido como el de Rohmer.

-El personaje de Carole está escrito para Cécile de France, pero para Delphine hubo una búsqueda exhaustiva. ¿Cómo le convenció Izïa Higelin, fue por sus trabajos previos, por el casting?
Había visto solo una película suya. Es curioso, porque fue la primera que vi para el papel, pero me pareció demasiado joven. Pensé que no iba a funcionar con Cécile, aunque me gustó mucho. Entonces empecé a buscar y a buscar. Ensayos, pruebas...era muy largo, un poco angustioso incluso. Era como tener un foco realmente muy claro, pero alrededor todo negro. Casi en el último momento llamé a Cécile y le dije que lo había vuelto a pensar. Era muy joven, pero algo me gustaba de ella. Su energía, su fuerza física. Encajaba muy bien con el papel de campesina. Y luego había cierto parecido con Noémie Lvovsky -que hace de su madre-, y eso también era una ventaja. Las protagonistas se conocieron el día del rodaje y Cécile me dijo que había dado en el clavo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates