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sábado, 30 de noviembre de 2019

Críticas: Fourteen

8/10
Fourteen (Estados Unidos, 2019).
Dirección, guion y montaje: Dan Sallitt.
Intérpretes: Tallie Medel, Norma Kuhling, Lorelei Romani, C. Mason Wells, Dylan McCormick.
Fotografía: Christopher Messina
Idioma: Inglés.
Duración: 94 minutos.


Amigas para siempre

Manuel Barrero Iglesias



La ficción lleva siglos preocupándose por explicar las dificultades que entraña mantener en el tiempo una relación sentimental. Muchas menos obras se han ocupado de los problemas -no pocos- que acechan a una amistad para que perdure a lo largo de los años. Más, si esos lazos amistosos se han estrechado en épocas tan volubles como la infancia o la adolescencia. Llega la madurez (o algo parecido) y suelen llegar los intereses divergentes, los estilos de vida incompatibles, la distancia...son innumerables los motivos que pueden conducir al resquebrajamiento de una amistad. Las amigas de Àgata (Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius, Marta Verheyen; 2015) se enfrenta de forma directa al asunto, mostrando ese momento crítico en el que no hay vuelta atrás y ya no existe territorio común para compartir con las amigas de toda la vida. Mientras, en Lejos del fuego (Javier Artigas, 2019) asistimos a esa ceremonia de la resistencia, a ese intento desesperado por recuperar a ese grupo de que se va disgregando sin remisión.

Una creadora que recogió esta preocupación por los vaivenes de la amistad fue Lena Dunham en la serie Girls (2012-2017), tratando el tema (aunque no solo este) con la profundidad que permiten más de sesenta episodios. El formato posibilita asistir a una evolución que el cine, necesariamente, comprime más. Y eso es lo que hace Dan Sallitt en Fourteen, donde se narra la relación de dos amigas a lo largo de una década. La absoluta maestría con la que el director maneja las elipsis consiguen dar al film una verosimilitud asombrosa. Estamos ante una película en la que no se cuenta cobra tanta, o más, importancia que lo mostrado. Y en esto último, Sallitt siempre busca capturar la vida, despojándose de artificios que entorpezcan la pulcritud del relato.
Fourteen tiene dos protagonistas con el mismo peso, aunque una aparezca más tiempo que la otra. La magnífica Tallie Medel (que ya realizó un trabajó soberbio bajo las órdenes de Sallitt en The Unspeakable Act) da vida a Mara, hilo conductor a través de cuyos ojos seguimos la historia. Es la parte sensata y equilibrada de la pareja, la que acude cuando Jo está en apuros, la que se resigna ante las prolongadas desapariciones. Vemos como Mara lucha por mantener el equilibrio entre la devoción que siente por ella desde la infancia y los desplantes del presente. Cómo intenta conciliar la necesidad de ayudar a una amiga que pasa por malos momentos y la frustración causada por la imposibilidad de ofrecer un apoyo eficaz.

Porque Fourteen no es solo un film sobre la amistad, también lo es sobre la enfermedad mental y las dificultades sociales que conlleva convivir con ella. Aquí entra Norma Kuhling, la Jo que muchas veces está ausente, pero que es tan protagonista como Mara. El gran mérito de Sallitt es hablarnos de su depresión desde la distancia. En los momentos que comparte, pero muy especialmente, en los que no está presente. En un camino inverso al que hacía Fernando Franco en La herida (2013), donde la cámara no se separaba de Marian Álvarez, aquí el retrato se hace desde un muy respetuoso segundo plano.


Estamos ante uno de los grandes representantes del cine independiente estadounidense. Pero el auténtico, el que hereda la esencia de los pioneros. El cine de Dan Sallitt habla de relaciones, y lo hace desde una humanidad tal que le permite afrontar temas muy delicados sin que le tiemble el pulso lo más mínimo. Con un discurso repleto de coherencia, en Fourteen nos entrega una de las obras más bellas (y también dolorosas) sobre la amistad y sus vicisitudes.


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