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sábado, 14 de abril de 2018

Entrevista: Guðmundur Arnar Guðmundsson


"En Islandia tenemos que buscar el humor dentro de nuestra tristeza"



El cine islandés vive un momento dulce, con varios directores alcanzando prestigio internacional en los más diversos festivales. Entre ellos encontramos a Guðmundur Arnar Guðmundsson (Reykjavik, 1982), quien debuta en el largometraje tras realizar varias películas cortas.Heartstone(2016) compitió en Venecia, donde obtuvo el Queer Lion. Una película protagonizada por adolescentes que viven en un pequeño pueblo de Islandia. Un debut lleno de sensibilidad y que nos descubre a un director a tener muy en cuenta.


Por Manuel Barrero Iglesias


-Entre otras cosas, la película trata sobre el despertar sexual en la adolescencia, un tema siempre delicado. Creo que está muy bien conseguido el punto de vista adolescente, y me gustaría saber cómo trabajaste con los actores para llegar a ese punto de verdad.
Fue un proceso muy largo, empezando por el casting. Luego preparamos a los actores, hicimos una especie de taller donde les enseñamos a actuar, porque no lo habían hecho nunca. Les entrenamos como si fuera un equipo de fútbol, les enseñábamos a concentrarse para que su atención fuera más fuerte. Luego a la hora de rodar la película les dejábamos moverse cómo quisieran. Al fina fue una colaboración con el director de fotografía, yo y los niños. Les dejábamos que fluyeran de manera natural en sus movimientos, de la manera más espontánea posible.

-Me interesa mucho el trabajo con el director de fotografía. No solo por los paisajes, que determinan mucho el aspecto visual de la película, sino también por el uso de la luz natural.
Creo que la genialidad de su trabajo estaba en buscar la sensibilidad con los actores. En este caso, el director de fotografía se supe mover muy bien, casi como si fuese un espejo, y adaptarse al movimiento de los actores. Con respecto a la luz, la ventaja fue que tuvimos mucho tiempo para rodar. Así que íbamos buscando la luz que más nos gustaba. Yo no soy especialmente técnico con este tema, solo sé si me gusta o no. Y él encontraba la manera de hacer que me gustara.
-El tono de la película me ha parecido luminoso a la vez que opresivo, un poco como es la adolescencia, ¿fue algo buscado?
Queríamos que la película tuviese mucho color. En parte es por la zona donde se ha rodado, que es muy colorida. Hay verde, hay rojo...muchos colores. Quería capturarlos y que estuvieran en el film. Con respecto a la parte opresiva, no lo sé. Creo que en Escandinavia es un estado natural, no creo que haya nada especial.

-Sabemos que la geografía influye en el comportamiento de la gente, ¿cómo crees que un lugar tan específico como Islandia afecta a sus habitantes?
Creo que somos muy sarcásticos, porque tenemos que soportar esos inviernos largos y el frío constante. Tenemos que buscar el humor dentro de nuestra tristeza.

-¿A qué se puede deber el auge que vive ahora el cine islandés?
Creo que es por la libertad que tenemos los directores a la hora de hacer películas. No hay mercado en Islandia, así que no tiene sentido hacer películas para ganar dinero. Las hacemos porque queremos, porque nos gusta. Además, la Comisión de cine de Islandia nos da mucha libertad. No interfieren en nada, nos dan el dinero para hacer la película, y ya está.
-Me gustaría que me hablaras sobre la importancia de los animales en la película. Están siempre muy presentes, incluidas algunas secuencias bastante crudas.
Creo que muestran la dureza del entorno de un pueblo pequeño, es algo simbólico. Cuando era niño y me mudé de la ciudad al pueblo, una de las cosas que me sorprendieron fue cómo los niños trataban a los animales. A los que no se comían los trataban muy mal. Mientras a los que se podían comer los trataban con mucho respeto. Eso me sorprendió, se me quedó grabado y quería reflejarlo de alguna manera.

-Quería acabar con un tema que está de actualidad. El machismo y la masculinidad tóxica. Es algo que está muy presente en el film, y lo vemos representado en varios personajes.
Islandia solía ser una sociedad muy machista. En la época en la que crecí, los niños teníamos que ser muy fuertes y no podíamos mostrar emociones. En los últimos quince años todo eso ha cambiado bastante y hay más igualdad. Pero todavía quedan influencias de aquella educación. Yo tengo un hijo y a veces me sorprendo diciéndole que tiene que ser más duro, o que tiene que comportarse de cierta forma por ser un niño.



Entrevista realizada en la librería Ocho y Medio de Madrid, el 9 de abril de 2018


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