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domingo, 8 de junio de 2014

Nocturna 2014: Fórmulas que se repiten. Found Footage y Casas Encantadas

El cine de terror, más que ningún otro, recurre a los esquemas que históricamente se han mostrado efectivos ante el público. Y así tenemos que soportar una serie de películas clónicas en las que apenas hay variación. Se toma como modelo la plantilla que alguien puso de moda alguna vez, y a partir de ahí se fabrican productos en serie, con mayor o menos calidad. De vez en cuando, a alguien le da por sorprendernos con algún giro interesante del subgénero en cuestión. Son las menos ocasiones, pero alguna que otra nos encontramos por ahí.


Por Manuel Barrero Iglesias


La cueva (Alfredo Montero. España, 2014)

Es el caso que nos ocupa. El found footage es una moda relativamente reciente, desde que el fenómeno The Blair Witch Project dio una vuelta de tuerca al proceso de producción y promoción. Ya se habían hecho varias películas con esta técnica, pero fue a partir de la extraordinaria rentabilidad de aquella cuando se empezó a explotar la fórmula hasta el agotamiento. Se aprovecha la economía de medios que supone rodar así, además de la conexión más primaria con los miedos del espectador. Pero siempre hay un obstáculo muy difícil de solventar: la credibilidad. Pocas resultan verosímiles, y es que hay que justificar muy bien la integración de la cámara dentro de la acción. Sin ir más lejos, en esta misma edición de Nocturna pudimos ver The Sacrament -ya comentada en nuestras crónicas de Sitges-, que es el perfecto ejemplo de lo que jamás debe ser un film de metraje encontrado en cuanto a pertinencia formal.

Algo que se cuida mucho en La cueva. Aunque la sospecha siempre está presente en un film de este tipo, Alfredo Montero procura que todo lo que aparece filmado tenga una mínima justificación. Ya ahí nos empieza ganando. Pero es que los méritos de este trabajo van mucho más allá. Crear terror prescindiendo de elementos sobrenaturales es toda una declaración de intenciones. Enfrentar al ser humano consigo mismo y con la naturaleza, de ahí surgen las grandes obras terroríficas. Cinco jóvenes y una cueva es lo único que necesita el director para rodar uno de los filmes más angustiosos del reciente cine español. 

Y lo hace con una apuesta valiente y arriesgada, exponiendo a su equipo a unas condiciones extremas. Decía Tobe Hooper, acerca de La matanza de Texas, que uno de sus secretos es que consiguió que surgiera el odio real entre sus actores. Pues estamos seguros que mucha de la angustia que vemos en La cueva es real, lo que provoca gran incomodidad en un público al que le duele cada arañazo que los actores/personajes sufren en la película. Con un guión minimalista -muy en la línea de Gerry-, y añadiendo algún oportuno golpe de efecto, La cueva se convirtió en la justa ganadora de la II Edición de Nocturna. Cine arriesgado y coherente.


Haunt (Mac Carter. Estados Unidos, 2013)

El subgénero de casas encantadas lleva dando la matraca mucho más tiempo. Por lo tanto su capacidad de sorpresa es aún menor. Se puede hacer mejor (The Conjuring) o peor (La maldición de Rookford), pero lo que resulta casi imposible es innovar. Una casa, sucesos paranormales, y un misterio del pasado que hay que descubrir. No hay más. The Haunt se ciñe a ese esquema, aunque se desvía ligeramente con una entrañable historia de amor adolescente que incluso se agradece. La película cumple a duras penas, abusando de vicios tan clásicos como los sustos efectistas. Lo que no es perdonable es que el film se erija en algo novedoso -y que encima lo haga con una voz en off- cuando estamos ante lo mismo de siempre. Es lícito que se busque llegar al público repitiendo fórmulas, lo que no podemos aceptar es que intenten tomarnos por tontos. Un poco más de honestidad, por favor.


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