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viernes, 18 de marzo de 2022

Retro-Crítica: La lista de Schindler

La Segunda Guerra Mundial nos ha sido retratada tantísimas veces que, para mí, ya resulta un tema manido del que intento huir. Sin embargo, la cinta que os traigo a colación, dentro de un minimalismo que llega a rechazar el color con la salvedad de colorear el abrigo de una niña —como estrategia para que enfoquemos la atención en ella y en su historia, breve pero que resume todo lo que significó el terror nazi para los niños judíos—, resulta una excelente sumersión en el Holocausto que arrasó el continente. Con diálogos los justos, Spielberg descarta empotrar conversaciones que no lleven a nada, porque no van a explicar mejor lo que ya todos sabemos. De hecho, lo que él quiere es hacernos sentir, y ¡maldita sea!, lo logra. Filmada a ratos como si fuera un documental, con mucha gente moviéndose de aquí para allá y en silencio todo, porque este también es un lenguaje, y devastador; y con solo dos protagonistas encarnando el bien (Liam Neeson), el mal (Ralph Fiennes), las tres horas de metraje son una absoluta brutalidad que nos deja exhaustos emocionalmente. Y como si un tren nos hubiera pasado por encima nos damos cuenta de dos cosas: el bien puede ir revestido con una capa de malicia; el mal aniquila la empatía.  

Hasta la próxima, y haceos el favor de verla. 


Por Víctor Garijo Serrano  

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