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viernes, 29 de abril de 2022

Retro-Crítica: El club de la lucha

Es el final de milenio y David Fincher nos revuelve el estomago con una película donde, sí,  la violencia es la protagonista pero totalmente justificada. La primera visualización os puede parecer francamente y, como he leído por ahí, vomitiva (hay un  público que tiene cada vez más la piel más fina); hasta una ida de olla sin otro propósito que haceros sufrir pero para mí, es todo un acto de rebeldía. 

¿Acaso no estamos hartos de vivir en una sociedad infantilizada donde todo es almidonado por la sombra de lo políticamente correcto?  ¿Quién de vosotros no ha hecho sudar la tarjeta de crédito pagando objetos que no necesitaba por sentirse mejor, por recompensarse, por yo qué sé qué envidias? Todos lo hemos hecho, y aquí, en esta película devastadora, el personaje de Edward Norton (el narrador) nos lo vocifera —¡y de formas tan distintas!— mientras que, el personaje de Brad Pitt (Tyler Durden), nos recrimina lo vacías que están nuestras vidas aunque las llenemos de muebles de diseño, porque, llevada al límite, esta cinta que, adapta una novela de Chuck Palahniuk, es toda una señora bronca a nuestra actitud de títeres. ¿Vomitiva? Qué va, una cinta de culto que echa mano de la obscenidad, de los puñetazos pero, hasta certera —tanto en su esencia como en su envoltorio, sucio pese a un  protagonista que fabrica jabón; válgame la paradoja—. ¿No es verdad que embargamos nuestras vidas para comprarnos un coche más rápido que el del vecino trabajando en oficios o con jefes que detestamos? Ah, sí. ¿Y no es verdad que somos la generación con más enfermedades mentales silenciadas? Ah, sí. Dura, cruel, sanguinaria pero también estremecedora porque ¿acaso no es la soledad del narrador nuestra misma compañera de viaje? ¿No vivimos en un club de la lucha donde, pringados hasta las cejas, nos matamos por el mejor empleo, el que nos pague los míseros medicamentos que consumimos en silencio y totalmente avergonzados mientras cumplimos años y perdemos amistades? Pues eso, filosofía a golpes: joya del séptimo arte. 

La imagen, esa que os mecerá al lado oscuro, corre a cargo de Jeff Cronenweth; la banda sonora, maravillosa nana mecedora es de The Dust Brothers, Michael Simpson y John King.    

Vérosla pronto, y flipad.  


Por Víctor Garijo Serrano  

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