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lunes, 27 de diciembre de 2021

Entrevista: Quién lo impide (Reparto)


Hace cinco años comenzó la aventura de Quién lo impide, un proyecto ideado por Jonás Trueba con la complicidad de un buen puñado de jóvenes que han ido creciendo detrás y delante de las cámaras. Aquellos adolescentes ahora ya son incipientes adultos y tienen mucho que contar. Lo han hecho en este film y lo hacen también en la entrevista que tuvimos con ellos en el marco del festival de San Sebastián, donde concursó en sección oficial. Fueron muchos los que participaron, y en representación de todos, pudimos hablar con ocho de ellos: Silvio Aguilar, Marta Casado, Pablo Gavira, Pablo Hoyos, Claudia Navarro, Rony-Michelle Pinzaru, Candela Recio y Javier Sánchez. Se llevaron el premio a la mejor interpretación de reparto, pero cuando hablamos aún no se conocía el palmarés. Publicamos esta entrevista en plena temporada de premios, donde el film aspira a ganar los distintos premios en la categoría "documental" o "no ficción". Aunque Quién lo impide es una película híbrida que huye de etiquetas.



Por Manuel Barrero Iglesias

Empezamos hablando del origen del proyecto, que tiene su germen en La reconquista (2016), en la que Jonás Trueba contó con Candela y Pablo en papeles importantes, además de Claudia y Gavira como figuración. Al resto los fue eligiendo en diferentes entornos: cursos, escuelas, etc. Pablo Hoyos nos habla un poco de la forma en la que escogía a la gente: "Primero nos conoció un poco, y luego fue fichando a gente con la que tuviéramos algo en común, que nos lleváramos bien o que tuviéramos las mismas ganas de contar cosas. Por eso creo que nos caemos tan bien y hay una conexión tan buena"
En una película así siempre resulta muy interesante conocer cómo fue el proceso de trabajo. Nos lo resume Candela Recio: "Jonás cuenta que siente que en La reconquista nos estaba usando, y quería que aquí lo usásemos nosotros a él. La forma de trabajar fue a través de conversaciones. Un trabajo conjunto de nosotros contar cosas y él rescatar muchas de esas cosas y proponer a partir de ellas. Cada persona que entraba en el proyecto era una posibilidad de contar algo nuevo que podría ser también interesante"
Y Claudia Navarro añade: "No había un rumbo fijo. En todo caso, si lo hubiese, lo marcábamos más nosotros por lo que iba surgiendo"
A raíz de esto, Pablo Gavira reflexiona: "La sensación que tengo al final es que no hemos hecho nada que no hubiésemos en nuestro día a día. Cuando el público aplaudió al final de la proyección, yo me emocioné porque no están aplaudiendo un personaje, sino que te aplauden a ti, a tu día a día. Es como...joder, no he apagado una bomba ni he rescatado al mundo, y me están aplaudiendo"

Hay un momento en el que Candela y Silvio van a la Filmoteca a ver una película de Rita Azevedo Gomes, en el que claramente se nota la mano de Jonás. Medio en broma, les pregunto si ese momento también entra en las cosas que hubieran hecho igualmente. Ahí toma la palabra Candela Recio: "Que esa película esté ahí es muy bonito, porque la fuimos a ver con Jonás unos meses antes de grabar eso. Él nos la quería enseñar porque es maravillosa y tenía que ver con lo que estábamos haciendo. Teníamos pensado poner un momento en el que yo llevo a alguien al cine, porque hago eso mucho en mi vida. Creo que todos habitamos mucho el cine y era un espacio que tenía sentido que estuviese en la película. Entonces fue una casualidad muy bonita, porque estaban volviendo a poner esa película. Fue después de haber rodado en Portugal, y entonces tuvo todo el sentido. Pero sí, es algo que haríamos"
Otra vez Pablo Gavira, aprovecha la respuesta para seguir reflexionando sobre Quién lo impide: "Alguien comentaba el otro día que la película no es solo el archivo de los testimonios que damos como generación, sino que la película tiene mucha poesía. Jonás ha sabido encontrar los recursos necesarios para que nosotros podamos expresar nuestra realidad y tratarla fielmente y añadir una poética que no solo nos sirva como archivo, sino también para el cine"

Es casi inevitable hablar sobre los límites de la ficción y la realidad, así que seguimos indagando sobre el tema. Marta Casado nos cuenta: "Hay partes de ficción, pero porque en ese momento no estaba ocurriendo lo que puede llegar a pasar, pero sí es algo que nos puede ocurrir perfectamente. Por ejemplo, la relación o el romance entre dos personajes no estaba ocurriendo en ese momento, pero a lo mejor puede ocurrir con otra persona y ser parecido a lo que ocurrió. Lo que es ficción o real...yo lo veo todo real". 
Claudia Navarro añade: "En las partes que son más de ficción al final utilizas recursos de tus propias vivencias y lo reflejas tal como lo hubieses vivido en ese momento. En ese sentido también es muy real"
Javier Sánchez ejemplifica hasta qué punto puede ser difuso ese límite: "Es una mezcla bonita. Muchas veces la gente cree que sucedían de verdad cosas que no eran documental. Y hay cosas que sí suceden de verdad que piensan que las decidió Jonás. Siempre nos encontramos preguntas así y es muy entretenido"
Una vez más, Pablo Gavira lleva la reflexión un poco más allá: "Igual es una tontería lo que digo, pero estas edades tienen un poco de ficción y realidad. Es una época en la que no sabemos si estamos siendo nosotros mismos, estamos desarrollando una personalidad, o...". Claudia Navarro añade: "Al fin y al cabo, nos estamos construyendo"
Y Javier Sánchez concluye la reflexión: "Yo era un personaje en aquella época (bueno, lo sigo siendo), pero era como que no sabía distinguir entre si soy yo...Al final, estás delante de una cámara y quieres dar lo mejor de ti. Pero como cuando estás con un colega. Cuando eres joven hay mucho de eso, de querer parecer algo, querer aparentar. Y por ahí creo que entra muy bien".

La respuesta me da pie para preguntar cómo influye la presencia de la cámara a la hora de comportarse ante ella, otra de las eternas cuestiones del cine de no ficción. Silvio Aguilar toma la palabra: "Al principio sí chocaba un poco tener la cámara (que era un bicharraco), más la pértiga, la gente...pero poco a poco te vas acostumbrando. Además, era un equipo reducido, con gente que nos trataba muy bien, al final era como estar entre colegas y te olvidabas de la cámara. Y ya no olvidarte, sino que era parte. A mí me daba la sensación de que Jonás también estaba con nosotros, no solo grabando, sino viviendo ese trozo de vida. La cámara formaba parte de lo que estábamos haciendo"
Rony-Michelle Pinzaru incide en el aspecto humano: "Era clave el ambiente que había en los rodajes, que hacía todo muy inmersivo y familiar"
Y concluye Candela Recio: "Obvio que en algunas escenas más pensadas sí se tenía en cuenta la cámara y se repite la escena muchas veces, como en cualquier otra película. Pero lo bonito es que con el proceso, la cámara comenzó a convivir. Según iba avanzando, iba perdiendo la identidad de cosa ajena y empezó a estar". 
Cinco años de proyecto son muchos, así que tenía curiosidad por saber si hubo algún momento en el que se cansaron del proyecto o siempre estuvieron a tope con él. La primera reacción de casi todos es decir que siempre estuvieron a muerte, pero Candela Recio introduce otra perspectiva: "Hubo un par de momentos en los que sentí que el proyecto moría. Hay periodos largos (hasta un año) en los que no se tocó. En esos momentos muchas veces pensé que hasta ahí, que no tenía sentido seguir. Pero luego, la vida te pedía volver. Ocurrían cosas que te hacían seguir y te obligaban a querer contarlo"
Pablo Gavira recuerda una de las noches más especiales del proyecto: "Yo pensaba que todo acababa el 20 de junio. Era la noche. Estábamos prácticamente todos allí. Nos veíamos poco, pero nos encontramos y era esa sensación de confianza que nos ha transmitido Jonás, de que podemos confiar entre nosotros. Yo no sabía que estaban grabando el 20 de junio, hasta ahí llegó el punto"
Y ya luego hablan de la proyección de San Sebastián y la sensación de que, ahora así, ya acabado todo. Marta Casado: "Te estás viendo en la pantalla de San Sebastián y ves que se está acabando. El proyecto ya ha acabado, no hay más"
Candela Recio apunta: "Bueno, está bien. También hay que dejarlo ya". 
Silvio Aguilar tiene sensaciones encontradas: "La sensación de felicidad, porque ya hemos estrenado, aunque a la vez mucha tristeza"
Candela Recio hace una comparación muy certera: "Es un poco como un hijo. Ya hemos hecho lo que había que hacer con él, ahora es problema del mundo"
Y Silvio Aguilar concluye hablando de que: "También puede ser otro comienzo".


-Así que hablamos del "y ahora qué". ¿Tienen ganas de más? ¿Se quieren seguir dedicando al cine? ¿O qué quieren hacer con sus vidas? Empieza aquí una serie de preguntas en las que quiero conocer la opinión de cada uno de ellos, así que me van respondiendo por turnos. Y empezamos por esos planes de futuro que cada cual tiene en perspectiva.

Pablo Hoyos: Javi y yo hemos estudiado realización de cine. Ahora yo estoy haciendo foto y él está haciendo guion. Y creo que, al menos en mi caso, ha sido gracias a Quién lo impide, que conocí a Javi y me metí más en este mundo.

Javier Sánchez: Nos conocimos en el viaje de autobús que hicimos a Andalucía. Empezamos a hablar, le conté historias mías y me dijo que podríamos grabarlas. Nos pusimos ese verano a grabar una locura de cosas y ahí empezó todo. Teníamos mono de la cámara y queríamos estar detrás.

Rony-Michelle Pinzaru: Yo estoy estudiando ingeniería informática. El cine me encanta, no lo descartaría como hobby o dedicarle un tiempo de mi vida. Pero principalmente, lo otro. 

Candela Recio: Yo actualmente estudio interpretación. También psicología, pero eso es porque me gusta mucho aprovechar el tiempo. El cine y el teatro es lo que tiene sentido en mi vida. Para mí el teatro también es muy importante, y ahí quizás sí me veo dentro y fuera del escenario, como creadora también. En el cine no, ahí solo me veo delante de la cámara.

Marta Casado: Yo también estoy estudiando interpretación y es mi pasión. Es a lo que me quiero dedicar y no veo otro trabajo que me llene. Me ponía a buscar carreras o grados superiores y no me llamaba nada. Me gustaría más cine, pero teatro tampoco me importaría, solo que veo que es un poco más duro.

Claudia Navarro: Yo estoy estudiando sociología, pero en cuanto acabe me gustaría hacer algo de fotografía y vídeo. Desde muy pequeña ya me gustaba mucho la fotografía, pero por la presión de 2º de bachillerato y tener que decidir, mi cabeza hizo un batiburrillo y descarté el audiovisual, no sé muy bien por qué motivo. Pero me gusta sociología, lo estoy disfrutando y lo pretendo acabar. La parte de video me ha empezado a llamar más tarde, gracias a Quién lo impide y La reconquista. En el primer rodaje al que asistí me quedé fascinada, no tenía ni idea del trabajo que había detrás y la gente que participaba en todo eso. Para mí fue maravilloso.

Silvio Aguilar: Luego estamos Gavira y yo, que somos técnicos de sonido. Creo que Gavira más orientado a la música, más artístico, y yo más a lo técnico, más sonidista. Sobre todo, me gustaría llegar a ser Foley Artist, produciendo sonido para cine, televisión...es algo que me encanta.

Pablo Gavira: Si bien lo de Jonás es el cine, veo que no solo ha ayudado a los que quieren empezar en el cine. También hay gente que hacemos cosas diferentes y se ha preocupado por ayudar a los que teníamos otro tipo de proyectos. Siempre se lo digo a él, los artistas que me han podido influenciar son los que he conocido personalmente. Los que me dan consejos reales y me pueden decir qué me conviene o no. Y Jonás tiene una sabiduría artística increíble.

-En la película hay muchos grandes momentos. Emotivos, intensos, divertidos... les pido que elijan su favorito.

Pablo Gavira: Son muchos, pero el primero que me viene a la cabeza es el de las dos chicas, Cristina y Paula. Me quedo con ellas, cómo se abren y nos cuentan su experiencia con el bullying. Los recursos que tuvieron, los que no, cómo se sintieron, la soledad... Que se hayan expuesto así me parece de una audacia que pocos tienen.

Silvio Aguilar: No sabría elegir un momento favorito, porque hay muchísimas cosas. A lo mejor me quedaría con el viaje a Cheles, porque es muy Quién lo impide.

Claudia Navarro: Tengo muchas partes favoritas. Sí es verdad que me fascinan todas las escenas que son hablando en aulas, cómo hablan y se abren, cada uno aporta su grano de arena. También recuerdo el 20 de junio, esa parte disfruté muchísimo. Me encanta el viaje a Portugal. Y el viaje de fin de curso...podría seguir así con toda la película. No puedo elegir.

Marta Casado: Te voy a decir dos, porque no sé elegir entre esas. Cuando están debatiendo Claudia, Gavira, Silvio, Candela... es un momento impresionante. Y la otra es lo de Quién lo impide, cuando está subida (Candela) en el escenario, dándolo todo. Me trae muchos recuerdos y las ganas de volver a estar ahí.

Candela Recio: Todas las partes de entrevistas. Hay algunas en las que se dicen cosas muy fuertes, y son mis partes favoritas. Y luego la discusión de la cocina, el debate que tenemos, me cuesta mucho verlo, pero le tengo un cariño especial. Es la parte de la película en la que más reconozco lo que ha sido mi adolescencia. Como esas conversaciones infinitas sobre la posibilidad y el optimismo. Me emociona verlo, aunque también da mucho susto que la gente lo esté viendo. 

Rony-Michelle Pinzaru: Me encantan las partes en las que está la clase entera hablando y les graban. Cada escena en la que hay debate es preciosa. Luego hay otra parte que me encanta. Hay un profesor que habla de la felicidad y de lo que es la comunicación y el lenguaje. Me parece muy emocionante y poético. Pero bueno, todas las partes son increíbles.

Javier Sánchez: Voy a tirar por algo más narcisista, ya que han dicho todas mis partes favoritas. Yo soy un personaje que se parte en dos y hay una parte en la que explico cómo hago eso. Siempre que lo he visto me dado mucha vergüenza, pero cuando en la proyección vi que la gente se rio, me emocionó mucho. Justo estaba viendo un personaje que ahora estoy interpretando en mis monólogos. Fue muy bonito.

Pablo Hoyos: En la parte de las entrevistas hay un momento en el que varios chicos y chicas salen hablando del amor y las relaciones a nuestra edad. Me gusta mucho cómo cuentan eso, cómo explican lo que es el amor para ellos, cómo dicen incluso que les ayuda a ellos mismos para ser mejores personas. Además es como el prólogo de la parte del viaje, donde se cuenta nuestra historia de amor así como más tímida.

-Hay mucho de sus vidas ahí en la película, así que me interesaba saber qué habían sentido viéndose en la gran pantalla, ya con la perspectiva del tiempo que ha pasado.

Javier Sánchez: Yo estaba en estado bruto. Lo sigo estando, pero menos. Y me daba vergüenza cada momento, pero con los años he ido aceptándolo poco a poco. Con el tiempo me he ido adecuando a ese yo que era, y estoy empezando a quererme un poco y a decir: "Hostias, ahí estaba yo, con dos cojones, haciendo el gilipollas".

Rony-Michelle Pinzaru: Yo creo que he progresado mucho en ese ámbito, en aceptarse a uno mismo. Hay mucha autocrítica, en general, cuando haces algo tiendes a ver sus defectos, porque eres el creador. Entonces cuando hablo, siempre me cuesta, me siento un poco incómoda y vergonzosa. Pero como te digo, he progresado. Antes ni miraba, y ahora me miro y digo: "soy yo, he vivido esa etapa, ya está".  

Candela Recio: Para mí es muy emocionante verlo. En la proyección pensé que estábamos locos. Flipé mucho con lo impactante que es, porque es ponerte en un espacio de vulnerabilidad muy grande. Estás muy, muy expuesto. A mí me sale una cosa muy maternal con la niña que veo ahí, que quiero cuidarla y protegerla. Y a la vez me parece maravillosa y mucho más lúcida que la yo de ahora. Cada vez que la veo, ella me enseña cosas a mí. Creo que está bien para recordarme y seguir con esa fuerza que tenía. 

Marta Casado: Antes me veía y me juzgaba mucho: "Qué voz más aguda, cómo gesticulo..." Pero en la proyección de ahora me intenté ver con cariño y me sorprendí a mí misma. No me acordaba de muchas cosas que decía, solo de la vergüenza que estaba sintiendo mientras veía eso. Y me di cuenta de que había avanzado respecto a esa etapa. Por ejemplo, hay un momento que digo frente al espejo que no me reconozco. Pero ahora me estoy reconociendo. Estoy luchando por lo que quiero y en ese momento era una niña perdida que no sabía qué hacer y quería estar en mi habitación encerrada. Es alucinante el proceso.

Claudia Navarro: Es que te ves y te das cuenta de lo mucho que has cambiado. Han pasado cinco años, al fin y al cabo, y yo me veo muy pequeña. Como dice Candela, casi con el sentimiento de tener que cuidar a esa persona que está ahí. A mí Quién lo impide me ha ayudado muchísimo para superar mi vergüenza y estar más abierta y más a gusto en espacios sociales. Noto cómo ese proceso iba cambiando a medida que iba viendo la película. En las primeras escenas me noto muchísimo más tímida que en las últimas. Veo que he cambiado y me parece muy bonito, porque además ha sido gracias a ellos. Está grabado el testimonio de esa parte de mi vida, que ha sido muy importante para mí. También hay otra cosa que me gusta mucho, y es que a medida que veía la película me sentí identificada con cosas que antes no, porque no las había vivido todavía.

Silvio Aguilar: Yo me veo muy bien. Vamos, es que miro a ese Silvio y digo: "me lo tiro". Ahora me he dejado un poco del ejercicio y tal, pero también me veo muy bien. Mucho mejor en lo psicológico. Porque antes también estaba en una época muy perdida. Y ahora tengo más estabilidad mental, pero menos física. Pero prefiero como soy ahora, porque soy yo mismo.

Pablo Gavira: Yo veo un niño, porque casi todo lo grabo con 15 años. Por un lado me da ternura, y por otro no me puedo creer que realmente fuera así. Al final, en estos últimos cinco años es cuando de verdad siento que me he desarrollado como persona. Entonces iba con un poco de miedo a la proyección, porque creía que había cosas que no se iban a entender. Y donde pensaba que me iban a abuchear, aplaudieron. Donde creía que iban a llorar, se rieron. Al final salí llorando porque tanta gente aceptara eso, que es algo que no aceptas ni tú. Te da un vuelco a la cabeza. Me ha servido como terapia, pero gratis.
-Y terminamos hablando de la pandemia. Si todo esto me hubiera pillado con 18 años creo que me hubiera afectado mucho más de lo que lo ha hecho a estas alturas de mi vida. Así que les pregunto por cómo están viviendo esta situación, ya que me parece una de las peores edades para vivir algo así.

Silvio Aguilar: Yo lo viví bastante mal. Soy una persona que necesita estar en la calle, moverse mucho, conocer sitios nuevos, respirar aire...y la cuarentena me sentó fatal. No podía conmigo mismo y me empezaba a caer mal y todo. Con la mascarilla y la distancia social lo sigo pasando mal, porque me encanta quedar y conocer mucha gente distinta. Ahora hay que tener mucho cuidado, midiéndolo todo al milímetro. También era muy complicado con gente mayor y de riesgo. Te quitan esa intimidad que tienes con esas personas, de abrazarlas. Por esa parte lo he pasado bastante mal y todavía creo que no estoy asimilando que la pandemia exista.

Pablo Hoyos: Yo creo que soy un poco lo opuesto, porque a mí el primer confinamiento me sentó bien. Asimilé rápido lo que estaba pasando. Y me vino bien para acercarme más a mi familia, porque como siempre estaba ocupado, me distancié un poco de ellos. De repente, te ves en casa encerrado con tus hermanos y tus padres y solo te queda estar con ellos. Al final es de las mejores veces que he estado con mi familia, así que tengo buen recuerdo. Sí es verdad que me generaba mucha ansiedad no poder salir, pero cuando dejaron salir a pasear estaba bien, dentro de lo que cabía. Ahora sí que lo llevo cada vez peor. Veo que esto no acaba, así que te genera ansiedad. No poder acercarte a alguien y darle un abrazo, no poder estar con bastante gente... el miedo a "¿salgo a tomarme algo con mis amigos, con el peligro de contagiarme y se joda todo lo que tengo después?". Es una situación un poco complicada.

Candela Recio: Yo nunca he sido una persona muy sociable, en el sentido de necesitar gente todo el rato a mi alrededor. Y pensaba que no iba a sentir tanta soledad. Y sentí mucha, del contacto físico, del estar, del sentir a otra persona. Y sigo sintiendo esa soledad. Me pasó una cosa muy fuerte, que empiezas a ver al otro ser humano como el enemigo. Justo en el momento vital que estamos ahora, que tienes que querer estar con el otro todo el rato. Ahora tengo una ansiedad social muy fuerte, y me cuesta mucho estar con gente muy activa. Y es todo lo contrario de lo que tendría que estar pasándome a la edad que tengo. Y es jodido.

Pablo Gavira: Sinceramente, la nueva normalidad me ha venido normal. Hay gente que ha muerto, familias jodidas, economía a la mierda, tantos negocios cerrados...si tengo que llevar mascarilla, pues llevo la puta mascarilla. Me da igual, hay mil cosas peores. Dicho esto, no olvidemos que hemos dado de los 17 a los 19 años. Imagina pasar sin interacción social esos años, que es cuando realmente desarrollas todo eso que te va a conformar como persona. Y creo que esto nos va a afectar en el futuro.

Claudia Navarro: Yo siento que mis 19 años no los he vivido. Cuando me preguntan, me sale decir que tengo 18. Ha habido un corte ahí, es como si 2020 siguiera ahora mismo. Al principio me pasó como dice Pablo, me sirvió para conocerme más, para estar más tranquila y me sentó bien. Pero a medida que veía que no se acababa, ha sido un gran desgaste.

Rony-Michelle Pinzaru: La vida ya va rápido de por sí, pero es que esta etapa es energía pura, va mucho más rápido. El confinamiento fue STOP. En esta etapa estás todo el rato haciendo cosas y de repente paras y haces lo básico. Impacta mucho.

Candela Recio: Creo que no es la edad para parar.

Marta Casado: A mí no me sentó nada bien, porque anteriormente no estaba bien conmigo misma. Desde enero llevaba arrastrando cosas familiares y personales que fueron muy duras, y no me veía saliendo de ese hoyo. Me estaba hundiendo y llegó la cuarentena para hundirme más. No poder ver a mi abuela fue lo que más me dolió. Y tenía la suerte de que le llevaba el pan a mis tías, que convivían con ella. Pero era dejar la bolsa, estar a un metro de distancia....ni abrazos, ni nada. Sentía muchísima impotencia y lo único que quería es que se acabara. Llegó un punto en el que le dije a mi padre que no aguantaba más, que no podía estar más tiempo encerrada, porque me estaba consumiendo a mí misma. A partir de salir de la cuarentena, a mí personalmente me ha venido bien. A partir del verano he ido creciendo. Estaba haciendo bachillerato, y me dije: "vale, te puedes centrar. Has estado tres meses encerrada, puedes con esto". Es un punto de motivación un poco extraño, pero a mí me llega a funcionar.

Pablo Gavira: Todo esto nos puede dar pie para hablar de las enfermedades mentales. Ahora mismo, gran parte de la población joven padecemos enfermedades mentales, a mayor o menor escala. Ansiedad, depresión... Me plantea la duda de si nosotros lo estamos padeciendo más o es que se está hablando más de esto. No sé sin en otras generaciones se vivía igual, pero no se hablaba por la represión emocional tan grande que había. Si la realidad es que lo estamos padeciendo más, habrá que hacer algo. Si es que se está visualizando más, igualmente hay que hacer algo. La razón más común de muerte en los jóvenes es el suicidio. Es una puta locura.

Un debate interesante que inicia Gavira, pero que se tiene que quedar ahí porque el tiempo de la entrevista se acaba, por desgracia. Fueron 45 minutos, pero habría estado hablando con ellos todo el día. Y es que Jonás Trueba ha conseguido con esta película algo precioso: darle voz a un sector de la población que rara vez es tenido en cuenta.



*Entrevista realizada el 24 de septiembre de 2021 en el Hotel María Cristina de San Sebastián






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