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martes, 10 de diciembre de 2019

Crónicas: Nocturna 2019 (III)


Por Manuel Barrero Iglesias

Y en la tercera jornada, llegó la película del festival. Desde Suecia vimos una muestra de lo que el buen cine fantástico es capaz de hacer para contar una historia dramática. Un día que continuó con otra película nórdica, esta vez una efectista cinta danesa. Para terminar, la representante española de la sección oficial.
Koko-di Koko-da (Johannes Nyholm. Suecia-Dinamarca, 2019)
Oficial

La pérdida de una hija es el punto de partida de este film, que nos golpea en un primer tramo que nos muestra cómo se trunca la felicidad de esta familia feliz. Muchas son las obras que han tratado el dolor que supone perder a un hijo, pero lo novedoso en Koko-di Koko-da viene a la hora de retratar cómo afrontan los padres esa pérdida. Utilizando un bucle pesadillesco, Nyholm escarba en el asfixiante sentimiento de culpa y la depresión que sufren los progenitores tras la tragedia. El director construye de manera admirable un tono que refleja con precisión el sufrimiento de los protagonistas. Y a pesar de los riesgos que podrían derivar de la repetición o de lo grotesco de los extraños, el film mantiene siempre muy alta su coherencia. Una obra de gran calado que bien merecería un reconocimiento rotundo en el palmarés final.

Finale (Søren Juul Petersen. Dinamarca, 2019)
Oficial

En Finale está la eterna crítica al público que busca el morbo y participa en la ceremonia de lo macabro. Como ya hacía Alejandro Amenábar en Tesis (1996), Petersen interpela directamente al espectador. Y aunque el film está contextualizado en la actual época tecnológica, el director no se cansa de subrayar que la naturaleza humana siempre ha sido igual, desde tiempos de los circos romanos. Como la película no se podía sustentar solo en esta idea, durante buena parte del metraje juega con el suspense de forma bastante efectiva. Dos chicas aisladas en una gasolinera en medio de la nada, y un peligro que acecha de forma creciente. La forma de construir y alargar el suspense demuestra la habilidad de un director, al que luego se le va la mano con una parte final grotesca, obvia y explícita que no aporta nada de interés al tema en cuestión.

Amigo (Óscar Martín. España, 2019)
Oficial

Esta edición está siendo la de las películas claustrofóbicas rodadas en espacios cerrados. Como en Piedra, papel y tijera aquí también tenemos a una persona con movilidad reducida al cargo de otra, y entre las que surgen desconfianzas y recelos. En este caso es la relación de dos amigos, que va a sufrir el desgaste de la convivencia y de los rencores pasados no resueltos. El film es una escalada progresiva hacia la locura, en la que Martín controla con habilidad el tempo narrativo. Aunque el resultado final se ve perjudicado por la desigualdad interpretativa de sus protagonistas. Mientras Javier Botet es el alma que mantiene la película con su -uno más- prodigioso trabajo corporal, David Pareja nunca consigue encontrar el tono adecuado para su difícil personaje.

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