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domingo, 22 de julio de 2018

Atlántida Film Fest: Identidad (I)


Por Javier Cano



Blue My Mind (Lisa Brühlmann. Suiza, 2017)

La principal sensación es que toda la película tiene una visión extremadamente masculina, en el peor sentido de la palabra, sustitúyase por machista. Aunque las protagonistas son mujeres, están definidas muy superficialmente. La idea se diluye cuando te das cuenta que pasa lo mismo con los personajes masculinos. La idea te inquieta cuando te das cuenta que dirige una mujer.

Samantha Hudson
Es una película que se alimenta del morbo de consumo hetero: un poco de lesbo por aquí, un poco de sexo adolescente por allá, un topping de drogas y una banda sonora de música de videoclip. Y es una película que intenta diferenciarse por un aporte de ciencia ficción, que es un pegote que podría eliminarse de la película y nada cambiaría. Porque si le quitamos este pegote nos encontramos con una película con interpretaciones a nivel de telefilme, con un guión básico, predecible, cargado de tópicos y estereotipos e inmanejable por la propia directora: qué poca credibilidad tienen esos ataques de ira de ella injustificados tanto por texto como por dirección... Es la historia de otra adolescente más que, cuando le llega su primera regla, entra en un camino de autodestrucción nada justificado con unos padres de "mientras vivas en esta casa se hace lo que nosotros digamos", con unas compañeras de clase de "¿tienes un piti?" "¿te crees muy mala?" y con una trama secundaria en la que ni se profundiza ni parece tener mucho interés ni siquiera como muleta para la ficción, sobre una posible adopción. Un despropósito que hace aguas por la poca profundidad de la temática, por lo cargada que está de estereotipos y tópicos, cada secuencia la has visto mínimo en tres películas ya (incluidos diálogos al pie de la letra) y porque la directora cree (como si de un manader se tratara) que con meter algunas escenas de sexo de la chavala y alguna discusión con la madre el trailer y el conflicto están servidos. Especial mención el bochornoso final, porque no hay quien lo sostenga a nivel narrativo y porque encima hace una concesión de reconciliación entre la madre y la hija absolutamente imposible habiendo visto el resto de la película. Pero es que encima tiene que acabar bien, como si de una producción de Hollywood se tratase... No sabe terminar lo que empezó. Quizás porque no sabía exactamente lo que quería contar, ¿el tormento adolescente potenciado por la regla? Glup. 2/10 


Samantha Hudson (Joan Porcel. España, 2018)

Retrato de Samantha Hudson, artista y persona, evolución del mismo Iván, como él mismo la define. Iván es un adolescente mallorquín que ha salido del armario y de todos los demás sitios que se puede salir, liberado, trash-gresor y deslenguado, cada vez que abre la boca sube el pan de polla. Innecesariamente estructurada en dos partes y un epílogo para darle algo de narración (principio y final) a un personaje que no lo necesita, porque como retrato su estructura es un conjunto de secuencias que giran como satélites alrededor del planeta Samantha Hudson. Estos satélites a veces son entrevistas a conocidos (especialmente valiosa la de la tía, por su perspectiva diferente y ajena al movimiento queer), otras veces sus fabulosas piezas musicales (me declaro fan de música y letra) y otras veces reflexiones youtubers de sus experiencias sexuales o su propia identidad sexual, que supuran tanta verdad que... es imposible no amarle. Icono desde el minuto cero. Ay, si llega a pasar por Factor X antes que los del Donut... 8/10

Out

Out (Denis Parrot. Francia, 2018)

Documental sobre diferentes momentos reales grabados en directo (muchos en vídeo conferencia) del colectivo LGTB saliendo del armario. Interesantísimo documento que refleja las inquietudes y miedos de los protagonistas y, ojo, también las de sus interlocutores. Muy necesario para crear un poco de empatía: la salida del armario es dolorosa, terrorífica en algunos casos, es emocionante y uno de los momentos más importantes de su vida pero, sobre todo, es la salida a un entorno mayoritariamente hostil (así lo perciben sus protagonistas) e intolerante con la diferencia. Especial mención merece todo el daño que produce en este campo la educación católica.  7/10

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